Publicado 25/03/2014 10:14

Las pruebas médicas infantiles más cuestionadas

Las pruebas médicas infantiles más cuestionadas
Foto: THINKSTOCK Ampliar foto

La Asociación Americana de Pediatría (APA) ha hecho pública una lista con las 10 pruebas médicas infantiles más cuestionadas y sobre las que padres y médicos deben ser críticos antes de tomar una decisión sobre sus hijos.

El objetivo de los pediatras que han elaborado esta lista de pruebas y tratamientos médicos para los niños es reducir el uso innecesario de intervenciones médicas en niños. La revista 'Journal of American Medical Association' (JAMA), la publicación de literatura científica médica más prestigiosa de Estados Unidos, se hace eco en su blog de esta lista las pruebas médicas infantiles más cuestionadas. Estos son los distintos aspectos que la APA plantea como objeto de debate tras un análisis basado en la literatura científica existente sobre costes, riesgos y beneficios de cada intervención.

Las 10 pruebas médicas cuestionadas para niños

1. Antibióticos. No deberían emplearse antibióticos en enfermedades respiratorias aparentemente virales (sinusitis, faringitis o bronquitis). Aunque la tasa de prescripción global de antibióticos ha descendido en niños, sigue siendo muy elevada. El uso de medicación innecesaria para enfermedades respiratorias virales puede conducir a resistencia de antibióticos y contribuye a un aumento de los costes sanitarios y de los riesgos de episodios adversos.
2. Medicamentos para la tos y el constipado. No deberían ser prescritos o recomendados en enfermedades respiratorias para niños por debajo de los cuatro años. La investigación ha mostrado que estos productos suponen pocos beneficios para los niños pequeños y pueden tener posibles efectos secundarios graves. Muchos productos para la tos y el catarro para niños tienen más de un ingrediente, lo que aumenta la posibilidad de sobredosis accidental si se combinan con otro producto.
3. Escáneres de tomografía computerizada (TC). No son necesarios en la evaluación inmediata de lesiones menores de cabeza. Se debe emplear la observación clínica y los criterios específicos sobre cuidados de urgencia pediátrica para determinar si está indicado el estudio de imagen. Las lesiones menores de cabeza suelen ocurrir de forma común en niños y adolescentes.
4. Las pruebas de neuroimagen (imágenes de resonancia magnética o IRM y tomografía computerizada o TC). No son necesarias en niños con convulsiones febriles simples. Los escáneres de tomografía computerizada se asocian con exposición a radiación que podría elevar los riesgos futuros de cáncer. La IRM también está asociada con riesgos derivados de la sedación requerida y altos costes. La literatura científica no apoya el uso de imágenes craneales en la evaluación de un niño con una convulsión febril. Los médicos que evalúen bebés o niños después de una convulsión febril simple deben dirigir su atención hacia la identificación de las causas de la fiebre del niño.
5. Los escáneres de tomografía computerizada (TC). No son necesarios en la evaluación de rutina de un dolor abdominal. La utilización de las imágenes de TC en los departamentos de urgencia en niños con dolor abdominal está aumentando. El mayor riesgo de cáncer durante la vida debido al exceso de exposición a la radiación es de especial preocupación dado la aguda sensibilidad de los órganos de los niños. Existe además el potencial de sobredosis de radiación con protocolos inapropiados de TC.
6. Esteroides para bebés pretérmino.  No prescribir dosis elevadas de esteroides (dexametasona, 0,5 mg/kg por día) para la prevención o tratamiento de displasia broncopulmonar en bebés pretérmino. La dosis elevada de dexametasona no parece conferir beneficios terapéuticos adicionales sobre las dosis más bajas y no se recomienda. Las dosis elevadas también han sido asociadas con numerosos efectos adversos a corto y largo plazo, incluyendo deterioro en el desarrollo neurológico.
7. Pruebas de IgE. No realizar paneles de cribado de alergias alimentarias sin una consideración previa de la historia médica. No se recomienda ordenar pruebas de IgE que evalúan una variedad de alérgenos alimentarios sin consideración previa de los antecedentes médicos. La sensibilización (una prueba positiva) sin alergia clínica es común. Por ejemplo, alrededor del 8% de las pruebas de población dan positivo a los cacahuetes pero sólo aproximadamente el 1% son realmente alérgicos y muestran síntomas al producirse la ingesta. Cuando los síntomas sugieren una alergia alimentaria, las pruebas deben seleccionarse basándose en una detallada historia clínica.
8. Bloqueadores de ácido.  Debe evitarse el uso de bloqueadores de ácido y agentes de motilidadcomo el genérico metoclopramida para el reflujo gastroesofágico fisiológico que no supone esfuerzo, no es doloroso y que no afecta al crecimiento. En el caso español, la Agencia Española del Medicamento en julio de 2013 hizo pública la recomendación que contraindica este medicamento en menores de 1 año y restringe su uso en el grupo de edad entre 1 y 18 años como segunda línea de tratamiento para vómitos y nauseas en quimioterapia o postoperatorios.
Además, los autores del listado desaconsejan utilizar medicación en el llamado 'regurgitador feliz'. Añaden que las secuelas a largo plazo del RGE en bebés son raras y existen pocas evidencias de que los bloqueadores del ácido reduzcan estas secuelas.
La realización rutinaria de imágenes radiográficas del tracto gastrointestinal para diagnosticar el RGE o la enfermedad gastroesofágica no están justificadas. A los padres se les debería informar de que el RGE es normal en los niños y que no está asociado con nada más que ropa manchada. El RGE que está asociado con un desarrollo pobre o síntomas respiratorios significativos debería ser más evaluado.
9. Cultivos de vigilancia. Se deben evitar para la detección y tratamiento de 'bacteriuria' asintomática. Existen mínimas evidencias de que los cultivos de orina de vigilancia o el tratamiento de bacteriuria asintomática sea beneficioso. Los cultivos de vigilancia son costosos y producen resultados de falsos positivos y falsos negativos. El tratamiento de bacteriuria también aumenta la exposición a los antibióticos, lo que es un factor de riesgo de posteriores infecciones con un organismo resistente. Esto también da lugar al uso global de antibióticos en la comunidad y podría conducir a estudios de imágenes innecesarios.
10. Monitores de apnea domiciliarios para los bebés. No deberían utilizarse de forma rutinaria para prevenir el síndrome de muerte súbita del bebé. No existen evidencias de que el uso de monitores de apnea domiciliarios para los bebés disminuya la incidencia de muerte súbita, sin embargo, podría ser de utilidad para bebés seleccionados bajo riesgo de apnea o episodios cardiovasculares después de ser dados de alta pero no debería utilizarse como algo rutinario.