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CRECER
María Solano

Confiar en los hijos da buenos resultados

"¡No me digas que te has vuelto a dejar los deberes!" Esta frase, posiblemente habitual en miles de casas, es terrible, desalentadora. Encierra algunos componentes extraordinariamente peligrosos y una gran verdad: se ha vuelto a dejar los deberes. En mi día a día noto en muchas ocasiones que la presunción de culpabilidad se cierne sobre nuestros hijos como una sombra que les atenaza. Y, sin embargo, apostar por ellos suele dar mejores resultados.


Si nosotros confiamos en que nuestros hijos pueden ser buenos, es posible que nos llevemos un disgusto, pero ellos partirán de la mejor disposición.


De esto me di cuenta en mi trabajo como profesora en la Universidad CEU San Pablo. Me encantan mis alumnos, a los que tengo por primera vez cuando llegan a segundo de carrera. Disfruto con ellos, aprendo, me hacen sentir viva. Sé que a veces se aburren, sé que los viernes preferirían estar en la cama después de salir el jueves, y les aprecio su esfuerzo por no bostezar en medio del aula. Pero sé, sobre todo, que ellos también disfrutan. A veces se quejan por toda la carga lectiva a la que les sometemos. Pero se saben mejor preparados cada día y también, y esto es lo más importante, mejores personas.

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Cuando empecé a dar clases, hice un repaso de quiénes eran los profesores que más me habían marcado. Tenían un elemento en común: confiaban en nosotros. Y nos dieron alas para crecer porque no teníamos que obsesionarnos por demostrarles que no éramos un cero a la izquierda sino mirar siempre hacia arriba, más alto. Decidí seguir la misma técnica. Cuando estreno grupo, concedo a todos ellos el beneficio de la duda, la presunción de inocencia, el sobresaliente en términos académicos. A medida que va avanzando el curso, muchos van perdiendo esa calificación por no venir a clase, no entregar los trabajos comprometidos, no responder correctamente en las pruebas. Pero todos ellos pudieron volar. Algunos prefirieron descender. En cualquier caso, la responsabilidad de la mala calificación es suya, porque yo, en un principio, les di el sobresaliente.

Me he dado cuenta de que con los hijos también funciona esta teoría. No solo porque evitamos las etiquetas negativas que se pegan con tanta facilidad, sino porque los convertimos en responsables de sus actos a la vez que nos fiamos plenamente de ellos. No se trata de que seamos ingenuos, en absoluto, sino de que, tras un análisis certero de cada situación confiemos en ellos para hacer lo que tienen que hacer. Muchos días los recogeremos en el camino, pero con una autoestima bien trabajada por el afán de superación, no tendrán ningún problema en volver a luchar contra ellos mismos.

Nos sorprenderá descubrir que, en realidad, la mayoría de los días sí se acuerdan de traer los deberes.

María Solano Altaba. Directora de la revista Hacer Familia

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