Actualizado 22/06/2022 09:37

5 comportamientos actuales de mala educación

Costumbres de mala educación
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La educación es un proceso de socialización de los individuos. Cuando una persona recibe la pertinente educación, asimila y aprende conocimientos que lo ayudarán a desempeñarse ante determinadas situaciones. Sin embargo, actualmente aun persisten muchas prácticas que nos alejan de ese concepto de buena educación.

Ahora, una nueva guía de los buenos modales elaborada por Debrett's (Debrett's New Guide to Etiquette and Modern Manners, Thomas Dunne Books), recoge algunas de las malas formas y comportamientos sociales negativos más comunes en el siglo XXI.

5 comportamientos de los maleducados del siglo XXI

1. Saludar con dos besos siempre. El saludo es el primer paso que se da entre dos personas. Existen muchas formas de saludar al otro, pero no todas valen para cualquier circunstancia ni se deben repetir en cada ocasión.

Evidentemente, no será lo mismo saludar al jefe, que constituye una figura de autoridad, que a tus familiares, con quien se ha establecido un vínculo de confianza. En estos casos, lo normal es estrechar la mano al jefe cuando le saludes y utilizar los dos besos con tus familiares o amigos.

Sin embargo, esta guía, además, puntualiza que el saludo con dos besos solo debe hacerse entre amigos y en el primer encuentro, en referencia a la costumbre generalizada de los adolescentes hoy en día de recurrir a los dos besos de manera constante y no como forma de saludo inicial.

Igualmente, los besos lanzados al aire, comunes entre los niños de dos a cinco años, los describen como "groseros e impersonales", recalcando que sus "efectos de sonido" son del todo innecesarios.

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2. Comer o maquillarse en el transporte público. Siempre es necesario cuidar nuestro aspecto, sin embargo hay que tener cuidado con el espacio que elegimos para ello. Hoy en días es normal ver a gente acelerada que, con un horario muy apretado, utiliza los trayectos del metro o el autobús para maquillarse. Sin embargo, está práctica, tal como se señala en el manual, es del todo inadecuada: la insalubridad, las posibles manchas que podemos ocasionar al resto de viajeros y la imagen que damos, deberían ser motivos suficientes para persuadirnos de esta práctica.

Por otro lado, comer en el transporte público, la mayoría de las veces por falta de tiempo, es también una práctica de mala educación. Cuando alguien come en un transporte público, de alguna manera, además de inundar una zona de uso común de olor a comida, puede generar molestias a los viajeros, que tendrán que estar pendientes de que en la siguiente curva tu comida no acabe siendo una mancha en su camisa.

3. Ocupar los asientos reservados. Las zonas de asientos reservados no llevan mensajes de recomendación sino que implican una obligación para los viajeros. Se trata de un aviso para que dejemos nuestro asiente libre al ver a una persona anciana, alguien con problemas de movilidad o a una mujer embarazada o con su bebé en brazos. Sin embargo, hoy en días encontramos poca gente que se lo tome como una norma que hay que cumplir: un reciente estudio evidenció que sólo el 20 por ciento de los pasajeros del metro de Londres renuncian a su asiento para que se siente una mujer visiblemente embarazada.

4. Utilizar el móvil mientras hablamos cara a cara. El móvil es una herramienta muy útil que nos sirve para comunicarnos, sin embargo, nunca debe sustituirse por la comunicación cara a cara. Muchas veces podemos observar que, personas que están manteniendo una conversación con otra persona cara a cara, están consultando a la vez el móvil. Esta costumbre, además de ser una falta de respeto a la otra persona y una práctica de mala educación, puede empeorar nuestras relaciones personales. Cualquier persona, aunque lo intente, no puede poner la misma intensidad y concentración en dos cosas que está haciendo a la vez, así, cuando atendemos una conversación en WhatsApp estamos desatendiendo una conversación cara a cara.

5. Anteponer nuestra comodidad. Normalmente, cuando hacemos un trayecto en avión, tren o autobús buscamos nuestra máxima comodidad. Para ello, por ejemplo, reclinamos nuestro asiento hasta poder adoptar la posición ideal.

Esta guía de buenos modales recuerda al respecto que algunas prácticas que utilizamos en busca de nuestra felicidad son sinónimo de mala educación. En primer lugar señala que reclinar nuestro asiento es una práctica egoísta ya que normalmente vamos a reducir el espacio de la persona que se sienta detrás. Igualmente, es necesario recordar que no es correcto acaparar todo el reposabrazos, ni apoyar los pies sobre el asiento delantero, o mantener ocupado el espacio vital del resto de viajeros.

Patricia Núñez de Arenas

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