Actualizado 24/06/2020 12:54

El refuerzo positivo frente al castigo infantil

El refuerzo positivo frente al castigo infantil
El refuerzo positivo frente al castigo infantil - THINKSTOCK

La actuación de los padres ante un mal comportamiento debe ser inmediata, mantener su decisión y extinguir el mal comportamiento de su hijo. Es necesario dejarle claro que cuando se comporte así no se le va a hacer caso ya que a veces acaparan la atención del adulto y esto puede ser más valioso que aquello por lo que lloraban; y no recurrir al castigo repetidamente.

Muchos padres abusan del castigo confundiendo castigo con buena educación y con ello consiguen que la situación empeore cada vez más.  Además, el castigo es efectivo en pocos casos, y para que lo que sea, tiene que situar al niño lo más cercano posible al hecho en cuestión, y por un periodo de tiempo corto; es lo que se llama acción contingente a la conducta que se quiere castigar.

Ahora, la psicóloga Silvia Álava, directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes y coautora de la enciclopedia 'La psicología que nos ayuda a vivir', nos da las claves en su libro 'Queremos hijos felices' para practicar el refuerzo positivo frente al castigo infantil.

El concepto de castigo

Lo mejor es que desaparezca el concepto castigo, ya que los niños lo viven como algo impuesto desde fuera, que saben que en ocasiones es negociable, y que implica una cierta atención y enfado de los padres. Los niños aprenden qué es lo que hay que hacer para que sus padres les presten atención; así, aunque sea mediante un castigo, sabe que se les van a hacer caso.

Por eso, lo mejor es que desaparezca el término castigo y cambiar la terminología. Las cosas hay que ganárselas y ver la televisión, o jugar un rato con la tableta, el ordenador o la consola habrá que ganárselo con el comportamiento correcto.

El refuerzo positivo y la extinción

El objetivo de la educación debe ser por tanto, consolidar las conductas positivas en los niños y suprimir las conductas negativas y eso se consigue mucho mejor mediante el refuerzo y la extinción, no mediante el castigo.

Consideramos refuerzo a cualquier consecuencia positiva y, será muy importante que no lo confundamos con el recurso a premios materiales. El mejor refuerzo para los niños puede salirnos muy barato: consiste en la atención de los padres.

Se trata de aprender a reforzarles cuando estén mostrando las conductas que queremos instaurar; es decir, estar con ellos y reforzar y premiar a los pequeños mientras se portan bien y no prestarles atención cuando están realizando las conductas disruptivas o las llamadas de atención que queremos que desaparezcan, lo que se conoce como extinción.

Muchos padres se desesperan intentando que sus hijos entiendan la situación con grandes charlas y explicaciones sobre el porqué de las cosas, de su orden. No se dan cuenta de que de que de esa forma solo están consiguiendo que el niño obtenga atención, y que, además, el pequeño no atienda al discurso.

Si el niño está manifestando una clara llamada de atención, con amenazas por parte del adulto  no se consigue nada y, además, se está reforzando su conducta. El niño percibe que con esa actitud obtiene la atención del adulto, que es lo que iba buscando. Será más efectivo mostrarle al niño que mientras se esté portando así, que mientras no deje de llorar, de chillar o de patalear, no le haremos caso. De esta forma entenderá que no va a conseguir la atención de los padres y estos no entrarán en su provocación.

Modelado: la importancia de enseñar con el ejemplo

No debemos olvidar que la principal fuente de aprendizaje de un niño es el modelado. Los niños copian lo que ven en sus adultos de referencia, que principalmente son sus padres y sus hermanos mayores. Por eso, es fundamental no caer nunca en la trampa de exigir al niño que no manifieste una determinada conducta, si los padres sí que lo hacen, pensando que el niño va a entender que es una excepción y los mayores están exentos de dicha norma.

Instaurar unas normas en la familia facilitará mucho la educación de los hijos, pero dichas normas  han de cumplirlas todos los miembros, empezando por los mayores:

- Si le decimos que no hay gritar, los padres son los primeros que deben cumplir la norma y no gritar.

-  Si se le dice que no hay que pegar, por muy desesperados que estén los padres, tampoco ellos deben darle un cachete.

-  Si se le dice que no mienta, los adultos deben predicar con el ejemplo y no buscar excusas para sus mentiras de adultos.

Patricia Núñez de Arenas
Asesoramiento: Silvia Álava Sordo, Psicóloga. Autora del libro: Queremos hijos felices, de JdeJ Editores.

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