Cómo hay que tratar los celos entre hermanos cuando surgen
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La llegada de un nuevo miembro a la familia siempre es una buena noticia. Aunque es posible que algunos no lo entiendan así. Es el caso de los primeros hijos que ven en el benjamín un nuevo rival que se lleva todas las atenciones de los padres y otros adultos.

Un acontecimiento que deriva en celos hacia sus hermanos pequeños que les han arrebatado ser el centro de atención en casa. Una actitud que debe ser detectada por los padres para ponerle fin y actuar de forma correcta.

Por qué se producen los celos

La Asociación Española de Pediatría, AEP, expresa que los celos entre hermanos se producen por la sensación imaginaria de la pérdida de afecto y atenciones por parte de los padres. Cuando un nuevo miembro a la familia puede hacer sentir a los niños que la madre los ha dejado de lado y únicamente se centra en el bebé, quien realmente precisa de más cuidado que los hijos mayores.

Son más frecuentes en los hermanos mayores, pero tampoco es inusual que un pequeño pueda sentirlos también. Para algunos niños les es difícil asimilar que han crecido, que a partir de ahora ya no tienen tantos cuidados y que recibirán el mismo trato que el resto de hijos por parte de sus padres. Los celos también se pueden producir respecto a hermanos mayores, por la permanente comparación respecto el éxito que habían conseguido ya a su edad.

Cómo se detectan

Los celos entre hermanos suelen producirse a través de actuaciones concretas que efectivamente un niño está manifestando estos sentimientos:

- Hostilidad y agresividad hacia el hermano manifestadas a través de golpes, mordiscos, pellizcos, empujones o cualquier otra actuación enfocada a hacerle daño. Suelen realizar estas acciones cuando no está acompañado. Son poco frecuentes. De hecho, muchas veces los padres no detectan los celos porque el niño se porta muy bien con el hermano pequeño.

- Hostilidad hacia la madre manifestada en forma de desobediencia, mal humor y frases agresivas.

- Cambios de personalidad. El niño quiere pasar más tiempo con su madre y la vigila más. El menor también puede aislarse aislamiento y dejar de hablar o hacerlo poco. También pueden producirse conductas de regresión e infantilismo tales como solicitar ayuda para comer o para el aseo personal.

La actitud de los padres

Los padres no deben esperar a que llegue su nuevo hijo a la familia. Desde antes de que este nazca, deben trabajar porque el hermano mayor sepa que va a tener un nuevo familiar más pequeño y que debe tratarlo con amor:

1. Antes del nacimiento. Los padres deben mostrar tranquilidad y casi indiferencia y aportar la información necesaria en un clima de calma al niño. Se debe evitar el chantaje emocional y nunca se deben usar comparaciones.

2. El nacimiento. Conviene no dramatizar el parto y que el hermano mayor no escuche hablar de dolores, operaciones, heridas, sangre ya que lo viviría como una agresión del nuevo miembro a su madre.
Salvo si hay complicaciones, el hermano grande debe ir al hospital el mismo día en el que nazca el nuevo miembro para ver al pequeño y a la madre.

3. La vuelta a casa. En casa hay que permitir al hermano mayor ver y tocar al pequeño, para así disminuir la ansiedad y la curiosidad. La madre debe animar a que, dentro de las posibilidades, le ayude.. Al bebé no le va a pasar nada y el hermano mayor ganará mucho en autoestima.

4. Los primeros días. Si las visitas traen regalos para el recién nacido, no es bueno hacer obsequios de compensación al mayor. Esto sería una forma de decir al niño que puede exigir siempre un presente al igual que el más pequeño, lo que contribuirá a que se produzcan los celos cuando no consiga este objetivo.

Si el niño quiere tener las mismas costumbres que pequeño (biberón, chupete, etc.), se le debe negar con firmeza, pero sin darle mayor importancia.

Damián Montero

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