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Marina Echánove

La amabilidad vuelve a casa por Navidad

Navidad y amabilidad: humor
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Por Marina Echánove
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La amabilidad es un acto de amar, de mostrar un comportamiento caritativo hacia otras personas, el amor no es una palabra bonita, el amor se demuestra con obras. En los últimos años sentimos como muy cercanos los cuentos de Dickens, y es que hay algún que otro espécimen de nuestra sociedad que lejos de evolucionar hacia el ser humano perfecto y elevado cada vez se parece más al hombre de Cro-magnon (con todos mis respetos hacia el Cro-magnon, que seguro que era hasta mejor persona).

Esta Navidad propongámonos algunos buenos propósitos elevar el tono general, porque aunque parezca que no, lo bueno siempre acaba calando.

Buenos propósitos para el Año Nuevo si eres...

- vecina estirada, con un 4x4 último modelo: no dejes a tu vecina de parking con el "hola" en la boca cada vez que te saluda por la mañana. La pobre te disculpa día tras día pensando que hablas bajito o que con la edad se está quedando más sorda que una tapia

- conserje: deja el Marca un momento y ayuda a subir el carrito del niño... que pesa, hombre.

- niño: no te quedes mirando a tu hermano que se acaba de pegar un porrazo contra el suelo ¿qué tal si le ayudas a levantarse? Y ¿por qué no le llevas el jabón a tu hermana que grita desgañitada suplicando por una pastilla en vez de esperar a que a tu madre le de un ataque de nervios?

- abuelo/a: no estás exento aunque seas mayor, no te pegues al de delante en la cola de comulgar para que no se te cuele nadie.

- dependienta: no seas amable sólo cuando compran los clientes ¿por qué cuando descambian les miras con cara de perro y le tiras la tarjeta en el mostrador como si estuviera apestada?

- dependienta: si tú, la que estás en corrillo criticando al jefe de planta, no hagáis sentirse al cliente como el del anuncio del aire acondicionado, si pregunta, no tardéis en contestar, lo ideal es disolver el corrillo con diligencia y atenderle.

- dependienta: (lo siento, sois una gran fuente de inspiración) si te consultan algo date la vuelta y responde mirando a la cara, no sigas ordenando jerseys y contestes mirando al infinito como si hablaras con un familiar del más allá, el cliente puede pensar que estás como una chota regadera.

- cliente de hipermercado: ojo con la guerra de carritos, no pegues el sprint cuando te estás aproximando a la caja y veas que otro cliente tiene las mismas intenciones. O cuando la cajera recién llegada diga "vayan pasando de manera ordenada por esta caja". Ordenada, ha dicho. Haz el amago, pero si se te adelanta alguien, no refunfuñes, para tu carro y cede el paso con elegancia, porque te da la gana, no porque has estado lento de reflejos. En el fondo el que consigue la hazaña, luego se siente violento.

- enfermera: ya sabemos que es tarea de auxiliar, pero si un paciente te pide papel higiénico con carácter de urgencia a las 12,00 de la noche ¿cuesta tanto gestionarle la adquisición de un mísero rollo?

- funcionaria: ¿cuesta tanto sonreír?

- conductor: si cedes el paso cédelo con estilo, no agites la mano de manera convulsiva; la mano se extiende elegantemente en un plano diagonal y se lleva suavemente y una sola vez, de derecha a izquierda. Y tú, al que ceden el paso, haz el favor, levanta la mano en señal de agradecimiento.

- peatón: no mires al conductor con cara de asesino cuando se ha dejado los frenos en el paso de cebra para que pudieras pasar, suficiente tiene con la brecha del niño.

Marina Echánove. Estilista y escritora. Autora del libro Tu estilo. Las claves de la elegancia, la feminidad y la distinción, de Editorial Palabra

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