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Los niños son capaces de presentarnos un sinfín de excusas con tal de no meterse en la cama. Una de las más típicas, por ejemplo, es la de que no tienen sueño. Aunque se sientan cansados, hayan jugado hasta el agotamiento y sus ojos se cierren sin remedio, ellos quieren más.

El mejor remedio para estos casos es evitar las actividades demasiado movidas a última hora de la tarde y mantener siempre el mismo horario. Además, siempre es bueno avisarles con un cierto tiempo de antelación de que tendrán que concluir sus juegos, recoger y prepararse para ir a dormir.  A continuación te presentamos cinco consejos para conseguir que tu hijo concilie el sueño de la mejor forma y a la hora adecuada.

Cinco consejos prácticos antes de ir a dormir

1.  Si tu hijo es poco dormilón, no dudes en recortar la siesta. Lo importante es que repose después de la comida aunque sea haciendo actividades tranquilas como colorear.

2.   Acostumbra al niño a cenar pronto. Una cena copiosa y a última hora de la noche suele ser enemiga de un correcto y apacible descanso nocturno. Además una cena temprana es saludable para su estómago y digestión.

3.  Para evitar pequeños miedos prueba a poner una lucecita en el enchufe de su cuarto.

4.  Tiempo para relajarse. A todos los niños les cuesta mucho interrumpir sus juegos para irse a la cama. Precisamente por ello, debemos avisarle con antelación suficiente que ha llegado la hora de acostarse.

5.  Si el niño tiene sed por las noches, lo más práctico es dejarle en la mesita un vaso de plástico especial para niños pequeños: tienen tapa y se bebe a través de una boquilla con pequeños agujeros, de manera que se elimina el riesgo de que el pequeño vuelque el vaso en la oscuridad y se empape.

¿Qué hacer para que no se interrumpa su sueño?

Hay muchos niños cuyo principal problema radica en su afán por levantarse de la cama una y otra vez antes de dormirse. En el caso de los niños con ganas de ir al baño, es importante que le permitamos que se levante aunque sepamos que se trata de una excusa, si no queremos encontrarnos con un escape entre sus sábanas a la mañana siguiente.

Para evitar este tipo de situaciones, es aconsejable que instemos al pequeño a que haga sus necesidades antes de acostarse, y además procuraremos reducir la ingesta de líquidos todo lo que nos sea posible en las horas anteriores a irse a dormir.

Aunque los niños de estas edades deben aguantar toda la noche sin comer, no dudemos en hacer excepciones en estos casos. No se trata de implantar una nueva ración de comida a la hora de ir a la cama, sino ofrecerle cualquier pequeña cosa (un yogur o una galleta) para que les quite la molesta sensación de hambre y puedan dormir.

En muchos casos, los niños no concilian bien el sueño debido al miedo a la oscuridad. La soledad  y el silencio no suelen ser muy amigos del niño. Precisamente por ello son muchos los pequeños que se niegan a acostarse cuando se lo mandan sus padres.

Para ayudarle a evitar que se sienta mal  y que duerma plácidamente, lo mejor suele ser quedarse a su lado, hablándole y acariciándole unos 5 ó 10 minutos, o contarle un cuento, y siempre procurando no quedarnos en su cuarto hasta el último momento. Es importante que el niño vea como nos marchamos, pues si se despertase a media noche y no nos viese, podría asustarse y coger una rabieta.

Otro truco para que nuestro hijo no se sienta mal consiste en dejar la puerta de su dormitorio entreabierta. El ruido, la luz y nuestros propios pasos, no sólo no despertarán a nuestro hijo, sino que le tranquilizará si es de los que tienen un poco de miedo.

Marisol Nuevo Espín

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