Los 6 años: la edad de la transición
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A pesar de ser cierto que los hijos, a partir de los 6 años, comienzan a crecer por sí mismos, no es menos cierto que siguen necesitando a sus padres, pero de otra manera. La crisis de los seis años es menos profunda que la anterior etapa del NO. Muchos especialistas hablan de su primera "miniadolescencia", que dura poco tiempo y que se sufre con mayor o menor intensidad, dependiendo del carácter y circunstancias.

6 años: una etapa de rebeldía para los niños

Es el momento de la rebelión, ante una necesidad imperiosa de imponer su voluntad, resultándole más costoso aceptar la autoridad de sus mayores. Durante unos meses se siente desorientado y los cambios anímicos son habituales: reirá hasta llorar, o llorará hasta perder el control. Parece ser -según afirma Blanca Jordán de Urríes, en su libro "Tu hijo de 6 a 7 años" (Ed. Palabra)-, que en el acelerado desarrollo de su sistema nervioso se encuentra el origen de estas reacciones desconcertantes, desproporcionadas y, a veces, hasta violentas.

Entre dos extremos: la bipolaridad de los niños de 6 años

Durante los seis años, uno de los rasgos más acusados es la bipolaridad: siempre se mueve entre dos extremos. No lograr ser capaz de decidirse por ninguna opción en concreto y abiertamente puede manifestar "que no quiere hacerse mayor".

Los cambios están íntimamente relacionados con dos factores: el centro del pequeño ya no es solo la familia y el inicio de una autoafirmación llena de pequeñas rebeldías e inestabilidades. Ambos, son un síntoma claro de que el niño está madurando y desarrollándose como persona.

Los amigos a partir de los 6 años de edad

A esta edad adquieren mucha fuerza las relaciones que se establecen fuera del hogar; es su primer paso a la madurez. Toma conciencia que además de sus padres, existen otros niños con los que se entiende y divierte a lo grande. Siente la necesidad de elegir por sí mismo a sus amigos y es capaz de formar parte de una pandilla a la que es bastante leal. Cuanto más integrado esté entre sus iguales, más avanzará en su aprendizaje.

Las amistades a estas edades, son las mismas dentro y fuera del colegio. Por esta razón, es bueno conocer a sus amigos, invitarlos a casa y potenciar la de aquellos niños que más te gusten.
En este sentido, es muy recomendable potenciar la comunicación para que te cuente sus inquietudes diarias, si se ha peleado con algún niño o si le han castigado fuera de clase. Esta será la mejor baza para ir reconduciendo su educación.

1º de Primaria: un curso duro para los niños de 6 años

En medio de este maremoto de emociones y cambios, irrumpe el comienzo de la Primaria. Por primera vez, tu hijo se siente alumno de un curso importante, e incluso en muchos casos estrena colegio. Su mayor capacidad intelectual complica sus estudios: ya tiene que saber leer, escribir y resolver las matemáticas. Por las tardes necesitará que estés más pendiente de él para ayudarle con los deberes, pudiendo depender de ti el terminar con éxito su primer año en la escuela.
Al tener mayor capacidad intelectual, razona y comprende mejor el mundo que le rodea. Las rabietas son sustituidas por discusiones y reclama respuestas a sus porqués.

¿Por qué les mandan deberes?

Desde el primer año escolar, uno de los objetivos fundamentales en la educación es lograr que el niño adquiera el "hábito de estudio". Esta es la principal razón por la que le mandan deberes para casa. Probablemente serán pocos: una página de caligrafía, unas cuantas sumas y restas y, sobre todo, que lea un ratito cada día.

A esta edad, el tiempo que debe invertir no puede superar la media hora, pues es importante que también pueda convivir con los hermanos y jugar un rato todos los días. En cuanto a los fines de semana, no deben pasar en blanco sin hacer deberes, para evitar que desconecte del todo.

1. La tareas que les mandan para casa pretenden consolidar lo que se ha aprendido en clase, poner en práctica lo enseñado en la escuela y dar la posibilidad de que algunos niños acaben los ejercicios que no han tenido tiempo de terminar en el aula.

2. Es muy importante que los padres inculquéis en el niño el afán de aprender. No se trata de obligarle a estudiar con amenazas, sino de impulsar los hábitos de lectura y escritura. La mayor de las motivaciones es que quiera estudiar. Conviene que tenga un lugar adecuado y fijo para hacer los deberes en casa, pues así le facilitamos la concentración.

3. Merece la pena distribuir y limitar el tiempo de la tarde con cierta rutina, desde que llega del colegio hasta que se acuesta. No sólo tiene que haber una hora para hacer los deberes -que ha de respetarse-, sino que además le tiene que quedar tiempo para la convivencia familiar y el ocio.

Blanca Aznar Martín

Más información en el libro Tu hijo de 6 a 7 años, de Blanca Jordán de Urries. Editorial Palabra.

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