Actualizado 07/08/2020 12:46

Mi niño ha dejado de comer, ¿qué le ocurre, doctor?

Niño no quiere comer
Foto: ISTOCK Ampliar foto

Nada preocupa más a los padres que la alteración de una rutina hasta la fecha normal. Que de repente el niño deje de hacer algo que hasta ahora hacía con total tranquilidad es un motivo para que los progenitores se sientan angustiados.

Un ejemplo es aquel niño que de repente deja de comer o ya no lo hace con las mismas ganas que al principio. En estas ocasiones lo primero que se tiende a pensar es que alguna enfermedad es la que ha provocado esta situación. Sin embargo los pediatras tranquilizan a los padres y afirman que el hecho de que el apetito desaparezca en menores de edad preescolar es bastante habitual.

Reducción del apetito

Si el niño come con menos ganas en la edad preescolar es porque sus necesidades nutricionales se han reducido. Ahora el menor ya no crece a la misma velocidad que antes por lo que tampoco debe comer lo mismo que cuando era más pequeño. La reducción de esta velocidad hace que su apetito también disminuya, motivo por el cual rechaza las mismas cantidades de alimentos que previamente tomaba.

Además el crecimiento no se produce a la misma velocidad siempre y es posible que en algunas situaciones sus necesidades sean distintas a las de otros momentos. Por este motivo hay que respetar estas fases y no obligar a que coman cantidades que no desean tomar.

Sin embargo hay otras actitudes que sí se deben corregir en esta edad relacionadas con la comida. A partir de los dos años los más pequeños sienten la necesidad de jugar y no aguantan tanto sentados en la mesa. En estas situaciones hay que recordarles la importancia de comer y que más tarde se lo pasarán bien, pero que ahora lo que toca es estar alimentándose.

Saben lo que les gusta

Otro de los motivos por los que de repente un niño deja de comer es que hacia los dos años ya saben lo que les gusta y lo que no. Aquí los padres tienen una gran responsabilidad pues siempre deben velar por predicar con el ejemplo y mostrar a sus hijos que comen de todo. Los adultos nunca deben mostrar su rechazo hacia un alimento delante de los más pequeños, salvo que medie alergia.

La mejor forma de enseñar que hay que comer de todo es ser un referente. Asegurarse de que hay en la mesa un menú nutritivo y variado. Sin embargo hay ocasiones en las que los niños muestran su rechazo hacia alimentos e incluso ocasionan pataletas con tal de no comerlos. En estos momentos hay que mostrarse firmes y asegurarse que el niño asimile que hay que tomar esta dieta.

La hora de la comida

Con el fin de establecer buenos hábitos alimenticios en los más pequeños, los padres recuerdan varios puntos que deben tenerse en cuenta a la hora de la comida:

-Explicar al niño que el cuerpo, para crecer, necesita una alimentación variada.

-Establecer una rutina diaria en cuanto a horarios y normas sencillas en la mesa. Fijar una misma hora es de gran ayuda.

-Siempre es recomendable comer en familia para que el niño vea buenos referentes a nivel alimenticio en su casa. Si los padres comen verdura, él asimilará que esta es buena.

-Si no se debe al capricho del niño, hay que confiar en el apetito de la mayoría de los niños ya que este es suficiente para suplir sus necesidades. La cantidad la debe decidir siempre el niño, según su apetito y necesidades, y no los adultos.

-Respetar los gustos del niño por la comida dentro de lo razonable: no hace falta "comer de todo" desde los 2 años, sino que tome algún alimento de cada grupo: fruta, verdura etc. Poco a poco se irán nuevos alimentos y animar al niño a probarlos.

-Fomentar la autonomía. A partir de los dos años pueden comer ellos solos, aunque se manchen, lo que les ayudará a que poco a poco irán aprendiendo las normas en la mesa.

-El menú lo eligen los padres, y es importante no cambiarlo ante el rechazo del niño a la comida porque aprendería que, tras sus quejas, él decide lo que quiere comer. Tener en cuenta sus consejos es una cosa y otra adaptarse a sus gustos

-Televisión y distracciones prohibidas ya que esto conlleva que el niño no desarrolle un control sobre lo que come, y puede ingerir más de lo que necesita.

Damián Montero

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