Poner nombre a lo que sentimos nunca es fácil, y esta tarea se muestra aun más complicada en los niños. Siempre nos parece más sencillo poner palabras a nuestros sentimientos cuando se tratan de emociones positivas: ¡qué alegría que ganaras la carrera! De esta manera, desde pequeños hemos sido enseñados a sentirnos contentos ante una buena nota o a sentir gratitud a la hora de recibir un regalo.
Pero, ¿qué ocurre con las emociones negativas? ¿Podemos sacar algún aspecto positivo de ellas? Es incuestionable la influencia de las emociones en el comportamiento de los niños. Las emociones tienen la función de ayudar en la comunicación, comunicar nuestras emociones siempre supone un efecto hacia el otro. Es decir, si sentimos tristeza o angustia, es normal que la persona a la que se lo estamos contando se acerque a nosotros, nos calme o pregunte si puede hacer algo para ayudarnos. Por ello, es importante que los padres eduquen y enseñen a sus hijos a diferenciar sus sentimientos.
Cómo ayudar al niño a gestionar sus emociones negativas
Es esencial educar a los niños a la hora de expresar sus emociones, y no solo las más básicas a través de las rabietas. Cuanto más amplio sea el abanico que poseen, mejor estarán preparados de mayores para hacer frente a las situaciones complejas que se irán encontrando por el camino.
- Ayuda al niño a tener conciencia de sus pensamientos negativos. Es decir, es necesario que sepa identificarlas. Habla con tu hijo y explícale cómo puede intentar controlarlas.
- Haz que entiendan sus emociones. ¿Por qué tengo miedo? ¿Por qué me sudan las manos y tengo dolor en el estómago al hablar en alto en clase? No hay nada mejor que los niños se planteen preguntas para detectar sus emociones y así buscar ellos mismos la solución.
- Enseña al niño a combatir sus emociones negativas y no dejar que lo dominen.
- Ayuda a transformar sus emociones. Es decir, en lugar de sentirse inseguro, foméntale para mejorar su autoestima. En lugar de tener miedo ayuda al niño a entrenar a sus miedos con fuerza, fe y determinación.
Noelia de Santiago Monteserín
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