Golpes en los dientes
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Las ansias de descubrir cosas nuevas y jugar de los niños nunca acaban, cualquier ocasión es buena para levantarse y correr junto a sus amigos para disfrutar y divertirse. En ocasiones, este entretenimiento lamentablemente termina en llanto para los más pequeños ya que ocasionalmente sufren pequeños accidentes, uno de los más frecuentes y que más nos asustan son los golpes en la dentadura que pueden provocar la rotura de un diente.

¿En qué edades son más frecuentes los golpes en los dientes?

Tal y como dice la Asociación de Pediatría, AEP, hay dos grupos de edad en los que los menores son más propensos a sufrir golpes en los dientes.

- Niños de 0 a 1 año. El primero de ellos es el compuesto por los niños en su primer año de vida, momento en el cual aprenden a gatear y a andar. En esta edad descubren el movimiento y hacen todo lo posible por disfrutarlo siempre, en ocasiones se provocan caídas que no tienen un reflejo que les lleve a poner las manos en el suelo. Por ello el golpe en los dientes, concretamente en los incisivos es inevitable en la mayoría de los casos.

- Niños de entre 6 y 9 años. A esta edad es cuando los más pequeños realizan más juegos y deportes, la práctica de estas actividades tiene menos supervisión paternal. A esto se le suma que los dientes de leche están a punto de caerse por lo cual si se produce un golpe en esta zona alguna de estas piezas acabe por caerse. Esto no quiere decir que los dientes que no sean de leche no corran peligro ante un golpe.

¿Cómo reaccionar ante un golpe en los dientes?

Lo primero que hay que tener en cuenta si el niño se golpea en la dentadura es que este va a estar muy nervioso. Será importante mostrarse tranquilos para tratar de reducir la ansiedad de los pequeños. Si se consigue calmar la situación, podremos evaluar de mejor forma qué es lo que ha podido ocurrir después del golpe y hasta qué punto ha sido grave este impacto.

La AEP afirma que pueden darse dos situaciones lógicas después de que el niño sufra un golpe en su dentadura:

-   Que tras el impacto mantenga todas las piezas dentales

-   Que haya perdido algún diente tras el golpe.

Cada uno de estos contextos tiene sus propias formas de reaccionar. En el caso de que no se aprecia la falta de algún diente, lo que hay que comprobar es que ningún diente se mueva o se ha producido algún tipo de sangrado. También habrá que ver si el niño muerde igual que antes, en el caso de que esto no sea así es importante acudir a un odontólogo para que se hagan pruebas que determinen si hay alguna lesión en la mandíbula.

Otra de las posibilidades después del golpe es que no se produzca una caída del diente pero si un fragmento del mismo. Dependiendo del tamaño de este trozo habrá que actuar de una forma u otra. Si el pedazo es pequeño bastará con una visita al dentista para que este pula la superficie de la que se ha desprendido. Si es un fragmento de mayor tamaño, hay que buscarlo rápidamente para mantenerlo hidratado ya que de esta forma el odontólogo podrá unirlo de nuevo al diente con adhesivos especiales.

Si lo que se ha desprendido en una pieza total del diente, al igual que con los fragmentos grandes hay que buscarlo y manipulándolo lo menos posible, guardarlo en leche o suero fisiológico. Tras esto hay que acudir de urgencia al dentista para reimplantarlo con la mayor premura posible. Hay que recordar que esto únicamente se recomienda en el caso de que el diente desprendido no sea de leche ya que existen riesgos de lesiones permanentes en la mandíbula.

Damián Montero

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