Una de las emociones más presentes en nuestra vida, es el miedo. Dicha emoción, en muchas ocasiones, gana más protagonismo durante la infancia, por la dificultad que experimentan algunos niños para regularse cuando aparece y poder gestionarla. Para evitar que esta emoción aumente, en cuanto a intensidad o frecuencia, es muy importante la gestión que haga el cuidador.El miedo es una emoción primaria, lo que quiere decir, que es innata e inherente al ser humano. Dicha emoción, ha permitido la evolución de nuestra especie y es necesaria para mantenernos a salvo, ayudándonos a reaccionar de forma adecuada cuando hay una situación que supone un riesgo objetivo. Por tanto, se trata de una emoción adaptativa y necesaria.El problema surge cuando el miedo aparece ante una situación que no supone un peligro real para la vida o integridad física. También, cuando la reacción emocional es desproporcionada ya sea, por la intensidad o por la frecuencia con la que aparece, pudiendo suponer un deterioro en la calidad de vida del menor.Algunos miedos de la infancia han sido muy estudiados, y se conocen como miedos evolutivos. Dichos miedos evolutivos, aparecen en mayor o menor medida en todos los niños, superándose a medida que el menor crece y tiene la oportunidad de enfrentarse a ellos. Por el contrario, hay ocasiones en las que estos miedos no desaparecen ni disminuyen su intensidad, interfiriendo en la vida del niño. Cuando esto ocurre, es importante acudir a un profesional.