Actualizado 22/06/2022 12:09

Así se desarrolla el sentido del equilibrio del bebé

El sentido del equilibrio del bebé
El sentido del equilibrio del bebé - ISTOCK

El sentido del equilibrio nos proporciona una orientación permanente en las tres dimensiones del espacio. Para ello, usa diferentes estructuras como los aparatos vestibulares, los ojos y la sensibilidad cutánea y profunda. De todas ellas, el aparato vestibular del oído interno es el órgano más específico del equilibrio.

En este lugar se capta la información de la situación espacial de la cabeza, de las distintas partes del cuerpo y de la presión ejercida sobre cualquier zona de la piel. Un complejo proceso que consigue que tenga lugar el milagro del equilibrio.

Todas estas impresiones captadas a través de los sentidos son transmitidas al cerebelo y a los centros nerviosos superiores. Allí las coordinan y las integran consiguiendo una precisa orientación. A continuación, desde el cerebelo (órgano regulador del equilibrio, postura y marcha) se desencadenan los actos motores precisos para que tenga lugar el movimiento.

La coordinación del movimiento y el equilibrio son funciones propias del sistema nervioso. En los primeros momentos de vida, el niño recibe multitud de estímulos, que van constituyendo las conexiones entre los centros nerviosos implicados en la percepción del equilibrio y los que coordinan la musculatura. Esas conexiones comienzan a establecerse a partir del sexto mes de embarazo. Cuantas más conexiones se formen, más rápidamente irá adquiriendo el niño sus habilidades motoras al gatear, reptar, andar y correr.

Psicomotricidad y equilibrio

El equilibrio corporal es el conjunto de nuestras reacciones a la gravedad, es decir, nuestra adaptación a las necesidades de andar con dos pies y a los desplazamientos en posición erecta. Para realizar cualquier acción o desplazamiento es condición indispensable tener bien desarrollado dicho equilibrio corporal.

El sentido del equilibrio es algo complejo ya que hay un flujo constante de información entre los sentidos y el cerebro y viceversa, acerca de la posición y movimiento de todo el cuerpo. El principal órgano capaz de percibir la posición y el movimiento del cuerpo es el laberinto situado en el oído interno. El sistema nervioso controla la información que procede del laberinto, de cada oído, con la que controla la musculatura del cuerpo, ojos y cabeza. La coordinación de toda esa información también implica a otros centros nerviosos como son el cerebelo y los núcleos vestibulares.

La maduración del sentido del equilibrio es más lenta que la de los demás sentidos, ya que participan un gran número de centros nerviosos y sus conexiones son más complejas. Así podemos decir que hacia finales del sexto mes de embarazo comienza a funcionar, aunque madura bastante más tarde, varios años después del nacimiento.

El desarrollo del equilibrio es muy importante, ya que influye de forma muy directa en el tono muscular del niño y en el desarrollo de su coordinación motora. Existen numerosos estudios que demuestran que la estimulación del sentido del equilibrio fomenta y acelera la constitución de las complejas conexiones en las diversas áreas del sistema nervioso.

Estimular el sentido del equilibrio desde el embarazo

Se puede estimular el sentido del equilibrio de muy diversas formas ya desde el embarazo. Los movimientos de la madre en periodo de gestación inciden de manera muy directa en el hijo ya que conllevan su desplazamiento y por consiguiente la estimulación del sistema que desarrolla el equilibrio. Todo tipo de movimiento ayuda a madurar y organizar el sistema nervioso del niño.

Muchos juegos que practicamos con nuestros hijos potencian el desarrollo del equilibrio como agarrarlos como si fuera un avión y dar vueltas girando sobre nosotros mismos, rodar o revolcarlos por el suelo, hacerles volteretas en el aire y en el suelo, etc. Pero conviene recordar que estos movimientos nunca han de ser bruscos y siempre deben ser progresivos, ya que pueden provocar mareos y nauseas.

Algunos deportes son especialmente idóneos para desarrollar el sentido del equilibrio, tales como: el judo, la natacióno o la gimnasia en el embarazo. Y, del mismo modo, un equilibrio bien desarrollado favorece la práctica de todos los deportes.

Los ojos ayudan a coordinar el sentido del equilibrio

En el desarrollo del equilibrio influyen varios factores diferentes. Uno de ellos son los ojos. La información que llega a través de los ojos ayuda a mantener el equilibrio detectando visualmente, por ejemplo, la posición con relación a la vertical. Un movimiento ligero del cuerpo desvía instantáneamente las imágenes visuales en la retina, hecho que activa los mecanismos correctores. Esta información es complementaria a la obtenida por el aparato vestibular, de manera que:

- Una persona con anomalía o malformación vestibular puede mantener un equilibrio casi normal mientras mantenga abiertos los ojos.
- Una persona que dé vueltas sobre una silla giratoria, al detenerse bruscamente sufrirá la sensación de que sigue dando vueltas, sensación que puede corregir si fija los ojos en un objeto estacionario.

Sensibilidad profunda

Otro de los factores relacionados con el equilibrio es la sensibilidad profunda que aporta informes de la situación del cuerpo en general y de sus distintas partes entre sí. Con este propósito disponemos de receptores situados en las articulaciones, en los músculos y en los tendones, que captan aspectos como su grado de aproximación, el tono muscular y la tensión a que están sometidos los tendones.

También es importante reseñar el tema de la sensibilidad cutánea. De las diferentes sensibilidades percibidas en la piel, la de la presión se relaciona directamente con el equilibrio. Por ejemplo, la presión del aire contra la parte anterior del cuerpo de una persona que está corriendo, indica la acción de una fuerza opuesta, y se produce el mecanismo reflejo de inclinarse hacia delante para contrarrestarla. La presión ejercida sobre la planta de los pies indica si el peso del cuerpo está distribuido por igual en ambos o si está desplazado hacia delante, hacia detrás o a un lado.

Marisol Nuevo Espín

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