Con la llegada del frío, es habitual que los labios tiendan a secarse. Y, en consecuencia, a agrietarse. Esta situación no solo puede proporcionar una gran incomodidad. Sino que, además, también puede traducirse en un intenso dolor en el momento en el que hablamos, comemos o bebemos cualquier líquido. Por lo que es recomendable que sean tratados cuanto antes.