La obesidad infantil es una pandemia silenciosa para la que no hay vacunas. El único remedio es luchar para combatirla con medidas preventivas. Sin embargo, la pandemia y su secuela del confinamiento ha disparado la obesidad de adultos y de niños, debido al sedentarismo, que se ha acentuado con la limitación de movimientos, no poder ir al colegio o hacer deporte, y al aburrimiento en el hogar ha propiciado el consumo de películas y juegos, acompañado de la ingesta de todo tipo de chucherías.