Educar es una labor que exige tiempo. Como en la ascensión a una montaña, a veces hay que parar, forzar la marcha... o desandar lo andado porque el camino acaba en un precipicio. Sin embargo, lo importante es llegar a la meta final: educarles como personas con voluntad y criterio, con autonomía y decisión para enfrentarse a la vida. Y esto no se logra en dos días.