Hasta hace unos cuantos años se pensaba que la memoria de los niños comenzaba a desarrollarse a la par que el lenguaje. En el momento en que el niño disponía de sus primeras palabras, ya era capaz de guardar, etiquetar y organizar objetos, hechos, fenómenos... Ahora, en cambio, sabemos que existen diferentes tipos de memoria algunas de la cuales no necesitan como requisito indispensable el dominio del lenguaje.