Voy buscando unas zapatillas de deporte para una hija mía de nueve años. El único día de lluvia que hemos disfrutado en Madrid desde tiempos que ya ni recuerdo nos hizo constatar que tienen un tremendo agujero que el zapatero remendón no se siente capaz de resolver. Total, que empeño un buen rato en recorrer con ella los lineales de una tienda. Y cuál es mi sorpresa al descubrir que es más fácil llevarme unas
zapatillas de velcro, de las que tienen cierre de pegar, que unas de cordones.