Los
alimentos procesados parecen contar con dos elementos a su favor: nos ahorran considerable tiempo y suelen ser más atractivos que los naturales por su sabor más intenso. ¿Por qué tenemos dudas, entonces, sobre su idoneidad en la dieta? Porque los hay que son realmente perjudiciales: su consumo habitual se relaciona con un mayor riesgo de padecer
diabetes, hipertensión,
obesidad, depresión y algunos tipos de cáncer.