La corriente desatada entre los padres para limitar el uso de las tecnologías en menores tiene su eco en los colegios. Algunos centros empiezan a tomar cartas en el asunto para recuperar una educación que quedó invadida por lo digital a marchas forzadas a raíz de la pandemia. Hablamos con Raül Adames, el director de colegios CEU, que agrupa 10 centros por toda España y más de 8.000 alumnos para conocer su opinión. La pregunta del millón: ¿móvil sí, o móvil no? En los colegios, móvil no. Forma parte de las normas de muchos centros. En las familias, la respuesta necesita incluir más matices. Tal y como está ahora la situación social, no podemos partir de una pregunta binaria porque no es realista. Lo ideal es retrasar la llegada del móvil mínimo hasta los 16 y de manera controlada. Pero, en cada familia hay que valorar qué es realista y qué circunstancias determinan la decisión y así establecer cuándo y cómo empiezan a usar el móvil los menores. Ahora surge la corriente del "móvil no", pero la realidad con la que se encuentran muchos padres es que sus hijos ya tenían móvil mucho antes de los 16. ¿Qué les diría a estos padres? ¿Qué podemos hacer? Hay una parte muy positiva en todo lo que está pasando desde que empezó este curso académico; padres y educadores alzan la voz de alarma sobre el uso indiscriminado de móviles. En sí es un dato muy positivo. Significa que la sociedad ha tomado conciencia de que los móviles están generando problemas en el desarrollo de nuestros adolescentes. Las familias se están haciendo preguntas. Los centros escolares estamos planteando soluciones a esta realidad. Ya son muchos los padres que han dado el teléfono móvil a sus hijos y es momento de recuperar territorio. La manera de lograrlo es el diálogo con los hijos. Debemos establecer normativas claras de uso. Es muy difícil quitar el móvil de la noche a la mañana, pero es más realista tomar medidas de limitar su uso en momentos concretos del día. Y, sobre todo, hablar, hablar mucho con ellos, de lo que pasa en sus redes sociales, de lo que ven en sus pantallas. A veces, cuando hablamos de tecnologías y menores, da la sensación de que los niños y adolescentes son incapaces de darse cuenta de lo que les está pasando. Pero los chicos no son tan ingenuos, ¿no? No. Para nada. Los chicos se dan cuenta de los problemas que genera el móvil. Y son plenamente conscientes de que es la puerta a una adicción. Saben que genera mentiras en las familias, mentiras entre hijos y padres, como decir que se van a dormir y pasarse horas enganchados de madrugada. Además, se quedan impactados con determinadas imágenes que les llegan a través de los móviles. No olvidemos que hay una derivada grave e importante que es el uso de la pornografía. Al final, los chicos agradecen que les ayudemos con los móviles. Indudablemente, cada vez que ponemos límites, muchos adolescentes lo convierten en una "batalla" que es necesaria en la relación con ellos. Pero, lo cierto, es que lo que los chavales quieren son esos límites. No te lo van a verbalizar así, pero la realidad es que el reproche más importante que nos hacen es la sensación de indiferencia por parte de sus adultos de referencia.