Uno de los problemas más frecuentes y por los que los padres suelen pedir ayuda, es la desregulación emocional que sufren los niños en momentos en los que las rutinas son más laxas. En ocasiones, durante los periodos de vacaciones o fines de semanas, los padres piensan que es adecuado que los niños rompan con las rutinas que tienen durante el curso escolar, sin embargo, esto puede ser perjudicial para su seguridad y tranquilidad.Los niños necesitan rutinas desde el momento en el que nacen, en esos momentos suele ser muy habitual que se establezcan horarios para comer o dormir, y conforme van creciendo, además de estas, se siguen implementando otras, lo cual favorece correcto desarrollo de su personalidad, así como al desarrollo de conexiones neuronales que serán la base para su aprendizaje futuro y desarrollo de la resiliencia.La falta de rutinas diarias en los niños puede hacer que aparezcan problemas conductuales o emocionales por la sensación de inseguridad, desorganización o desorden.El establecimiento de rutinas en la escuela y generalización al hogarEn el momento en el que los niños comienzan la escuela, las rutinas están muy marcadas, las actividades se planifican día a día, por ejemplo, con pizarras, apoyos visuales o de forma verbal; esto implica que se creen horarios y tiempos para cada actividad y se definan espacios específicos para cada tarea y así se favorece que las rutinas se conviertan en hábitos y se puedan generalizar a otros contextos.Los profesores son grandes aliados en la consecución de las rutinas, ya que muestran constancia, apoyan en la práctica, promueven el aprendizaje de estas y así ayudan a desarrollar independencia y autonomía, reduciendo la ansiedad en los menores.