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El supuesto ‘egoismo’ de la primera infancia: yo primero y esto es mío

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El desarrollo infantil es una aventura vital emocionante y llena de descubrimientos y aprendizajes. Una de las conductas infantiles que más sorprende a los padres en los primeros años de vida de sus hijos es el comportamiento egoísta: ¿por qué los niños tienden a pensar en sí mismos primero y a reclamar posesión sobre sus pertenencias?

Aunque este comportamiento egoista y egocéntrico es común en ciertas etapas del desarrollo, es importante abordarlo de manera adecuada para fomentar la empatía, el respeto y las habilidades sociales de los niños.

No obstante, lo primero que debemos saber los padres es que este comportamiento es natural y forma parte de una etapa del desarrollo de los niños. Para entender mejor cómo se manifiesta este comportamiento egoísta en las diferentes edades y cómo los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños a superarlo, la psicóloga Miriam Tirado explica que «lejos de ser algo que deba preocuparnos, es algo natural que debemos comprender y acompañar, sobre todo cuando aparece la frustración de sentir que lo que desean a menudo no puede ser».

Primera Infancia (0-3 años). La etapa del egocentrismo

Durante los primeros años de vida, los niños están centrados en sí mismos y en satisfacer sus propias necesidades. Esto se debe en parte al egocentrismo infantil, donde los niños tienen dificultades para comprender las perspectivas y necesidades de los demás.

En esta etapa, es natural que los niños sean posesivos con sus juguetes y se nieguen a compartir. Es importante recordar que este comportamiento es parte del proceso de desarrollo y no debe ser reprimido de manera severa.

En cambio, los padres pueden modelar el comportamiento deseado y fomentar el juego cooperativo para ayudar a los niños a aprender a compartir y a considerar los sentimientos de los demás. Miriam Tirado, consultora de Crianza Consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza, apunta que «en esta fase, los niños y niñas necesitan sentirse muy valorados y atendidos, y si nos notan ausentes o tienen pocos momentos de exclusividad y presencia con nosotros, es muy probable que esos momentos de rivalidad y celos se multipliquen».

Edad Preescolar (3-5 años). La etapa del «Mío»

Durante la etapa preescolar, los niños continúan aferrándose a la noción de posesión y a menudo utilizan la palabra «mío» para expresar su sentido de propiedad sobre objetos y personas. Este comportamiento puede manifestarse en rabietas cuando otros niños tocan sus juguetes o en la resistencia a compartir en el entorno escolar.

«En el aula, con las elevadas ratios de alumnos, a algunos niños y niñas les resulta duro percibir que no reciben la atención que les gustaría tener, y entonces puede que busquen destacar interrumpiendo, intentando pasar siempre por delante de los demás o mostrando otros comportamientos nada asertivos», reconoce Miriam Tirado.

Los padres y educadores pueden ayudar a los niños a superar esta fase al enseñarles habilidades sociales como la cooperación, el intercambio y el respeto por los demás. «En estos casos, -contínúa la psicóloga- es importante reforzar la autoestima, mirándolos con amor y atenderlos a la par que se establecen unos límites claros y conscientes, transmitidos con respeto y cuidado». Además, proporcionar oportunidades para el juego grupal y el trabajo en equipo también puede ser beneficioso para fomentar la colaboración y el compañerismo.

Edad Escolar (6-12 años). Desarrollo de la empatía y la perspectiva

A medida que los niños crecen, su capacidad para comprender las emociones y perspectivas de los demás comienza a desarrollarse más plenamente. Sin embargo, el comportamiento egoísta aún puede surgir en situaciones de competencia o en el deseo de destacar entre sus compañeros.

Es importante que los padres continúen reforzando valores como la empatía, la generosidad y el respeto por los demás. Fomentar la participación en actividades de voluntariado o proyectos comunitarios puede ayudar a los niños a comprender el impacto positivo que pueden tener en el mundo que los rodea y a cultivar un sentido de responsabilidad social.

El comportamiento egoísta es una parte natural del desarrollo infantil en ciertas etapas, pero es importante abordarlo de manera comprensiva y constructiva. Al proporcionar un entorno de apoyo y modelar comportamientos positivos, los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños a superar esta fase y a desarrollar habilidades sociales y emocionales fundamentales para el éxito en la vida.

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Miriam Tirado, consultora de Crianza Consciente y autora del libro infantil ¡Yo primero! (Carambuco, 2024) Con ilustraciones de Joan Turu.

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