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María Solano

El móvil con los amigos, sí, pero con respeto

Nuestros hijos viven la comunicación con sus amigos en un entorno tecnológico. Pero tenemos que enseñarles las mismas normas de respeto que se aplican en las relaciones sin móvil de por medio.

Volvamos un momento a nuestra adolescencia: ¿Habríamos llamado por teléfono a casa de un amigo más allá de las diez de la noche? ¿Habríamos criticado delante del resto de la clase a un compañero? ¿Habríamos pegado fotos suyas en todas las farolas del barrio para dejarlo en ridículo? Evidentemente, no.


Estas mismas normas de decoro que nuestros hijos entienden perfectamente, se tienen que aplicar también en la comunicación a través de Internet.


Sin embargo, en muchas familias, las normas que se establecen respecto al uso del móvil suelen restringirse al tipo de contenidos que se manejan y a evitar que robe tiempo a los estudios. No es habitual indicar a los hijos cómo tratar a los demás, en qué momento se puede interrumpir a otro con un mensaje o qué tipo de mensajes debemos evitar.

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Consejos para un uso respetuoso del móvil

En muchas ocasiones, las familias no afrontan esta cuestión porque la desconocen, porque no se mueven en el entorno de las nuevas tecnologías y no pueden valorar los riesgos que entrañan. Proponemos cinco cuestiones que podemos abordar con nuestros hijos.

1. Inmediato sí, permanente no. Las nuevas tecnologías han permitido tal grado de inmediatez que los tiempos reservados han desaparecido. Los horarios ya no están compartimentados y se puede acceder a cualquier persona en cualquier momento y lugar. Tiene sus ventajas, puesto que es fácil localizarnos, pero también sus desventajas, porque podemos interrumpir en un momento inoportuno. Es cierto que han desaparecido esas normas como no llamar después de la cena o a la hora de la siesta, pero no está de más enseñar a nuestros hijos a evitar que distraigan a sus amigos constantemente o en momentos en los que saben que están ocupados.

2. Las criticas se multiplican. Tenemos que explicar a nuestros hijos el efecto multiplicador de cualquier mensaje lanzado en redes sociales. Lo que digan sobre alguien o a alguien no se queda en el ámbito reducido del grupo de amigos, sino que acceden q ello amigos no tan amigos, conocidos o los amigos de los amigos. Además, copiar un mensaje y publicarlo en otro lugar es muy sencillo.

3. Y se quedan. Lo más grave de las redes sociales es que las ofensas vertidas en público quedan archivadas, a la vista de todos, aumentando el tiempo en que la persona ofendida está expuesta a la vergüenza y la persona que ha ofendido deja constancia de su mala actuación. Sin entrar en alarmismos, conviene recordar que algunos comportamientos en las redes están tipificados como faltas e incluso como delitos por la actual legislación.

4. Preservar la intimidad propia. La falsa sensación de privacidad y anonimato de las redes lleva a muchos jóvenes a publicar detalles de su vida privada que no desean que se conozcan. Educar desde la infancia en la prudencia, en el pudor y en la discreción en la vida cotidiana son elementos claves para que después actúen con respeto en redes sociales.

5. Y la ajena. Si es importante preservar el espacio personal en redes sociales, aún lo es más garantizar los derechos al honor, la intimidad y la propia imagen del resto. Del mismo modo que un adolescente no haría fotos de sus compañeros para colgarlas por las paradas de autobús del barrio, no debe hacerlo en Internet. Además, hay que recordar que la infancia es sujeto de una especial protección jurídica en este sentido.

María Solano Altaba. Directora de la revista Hacer Familia

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