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ENTRE TÚ Y YO
Mónica de Aysa

Pornografía, ¿por qué?

     

El gran problema que tenemos es no ser conscientes de que tenemos un problema.

Llama la atención las maravillas que se producen en una persona que es consciente de lo que le pasa, se dispone a variar sus costumbres y actitudes, y su vida cambia.

El consumo de pornografía nos está matando. Las relaciones sexuales empiezan a ser un circo en el que el numerito ocupa el papel esencial. Es importante saber que tenemos un cerebro muy plástico y las imágenes se nos graban como a un niño haciendo figuras de plastilina. Si introducimos en él un modelo de relación determinado, éste se queda grabado y vuelve a la memoria recurrentemente. Los modelos que la pornografía presenta tienen un fin determinado y claro: provocar el máximo de excitación posible en un tiempo récord. Las imágenes son de corta y pega, con el fin de que parezcan reales y este engaño hace estragos. Hay muchas personas que intentan copiar, casi inconscientemente, como nos pasa con casi todo. Por eso, es tan importante el ambiente del que nos rodeamos, los sitios que frecuentamos, lo que leemos, de lo que hablamos, las personas de las que nos acompañamos. Somos seres sociales que vivimos influenciados por lo que vivimos, vemos y oímos.

Pareja joven
Foto: THINKSTOCK 

En mi modesta opinión, es mucho más fácil enseñar a la gente las técnicas de excitación sexual, que son puramente fisiológicas, que enseñarles a amar con el cuerpo. No tiene ninguna gracia el tonteo con imágenes pornográficas. Nos está destrozando a las parejas a pasos agigantados. Ensucia una relación que está llamada a ser una belleza. Ninguna persona normal necesita ver a otros para expresar lo que lleva dentro, ni para que su cuerpo reacciones ante el de la persona a la que ama. El uso de pornografía es un camino que no tiene fin; nunca es suficiente, siempre se necesita más y durante más tiempo.

Placer transformado en vacío

Creo que hay un alto porcentaje de patologías obsesivas en la base de esta costumbre tan dañina. Suele ser necesario que el especialista ayude con un tratamiento médico, además de la terapia. Las causas suelen ser diversas: a veces es la simple curiosidad que no se controla, otras la sensación de soledad, del distanciamiento y la frialdad, y otras el aburrimiento, la apatía, la tristeza y la dejadez personal.


Se busca un poco de felicidad, de placer inmediato que en poco tiempo se transforma en vacío y más soledad. Las personas nos lo explican así.


La educación de la sexualidad es un asunto de primordial importancia porque forma parte de la educación de la persona entera. Si educamos para el amor, nos encontraremos con adultos felices, cuyo objetivo al relacionarse con el otro es su bienestar. En todas las adicciones, incluida la pornografía, hay una búsqueda desesperada y equivocada de felicidad. Nunca la encontraremos si la buscamos. Es un premio que suele aparecer como consecuencia de un modo de vivir.

Mónica de Aysa. Master en matrimonio y sexualidad