La adolescencia es un peculiar y necesario periodo de desarrollo emocional en nuestros hijos. Con demasiada frecuencia, destacamos esos defectos que nos complican tanto el día a día, como la impulsividad, los cambios de humor o esa aparente tendencia a llevarnos siempre la contraria. Sin embargo, en esta etapa de la vida se desarrollan especialmente una serie de virtudes fundamentales para configurar su personalidad adulta.