Actualizado 16/06/2015 09:22

Las complicaciones del sarampión, síntomas y vacuna

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El sarampión es una enfermedad provocada por un virus muy contagioso y que se transmite por vía respiratoria, a través de las secreciones de la nariz o de la boca, cuando se tose o incluso al hablar estornudar. Te contamos todo lo que debes tener en cuenta sobre qué es,  cuáles son los síntomas de esta enfermedad en los niños y la importancia de su vacuna.

Cómo es el sarampión

Los médicos de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap) explican que el sarampión empieza como si fuera un catarro y con fiebre alta los dos primeros días. Los niños que tienen sarampión tienen mocos, malestar general, pocas ganas de comer, los ojos muy rojos y, a veces, también conjuntivitis. Este momento (el inicio del virus) es cuando el peligro de contagio es mayor.

Sin embargo, el signo 'exclusivo' del sarampión es otro: las llamadas "manchas de Koplik", unos puntos blancos que salen en la cara interna de los carrillos unos dos días antes de que se produzca una erupción en la piel, que a su vez lleva consigo la aparición de fiebre y una mayor afectación del estado general.

El sarpullido comienza en la cara y se va extendiendo al resto del cuerpo, también a las palmas de las manos y las plantas de los pies. No suele picar al principio y en general es de color rojo, dejando zonas de piel sana. Tras unos cinco días, el sarpullido va despareciendo en el mismo orden en que apareció.

Se estima que la recuperación completa del sarampión se produce a los 9-10 días, siendo la tos y la bronquitis los últimos en desaparecer. Asimismo, es bueno saber que una vez que se ha pasado el sarampión no se puede volver a padecer: el que lo ha tenido se vuelve inmune de por vida a este virus.

Las complicaciones del sarampión

El sarampión se puede complicar en casos de niños que no estén vacunados o que ya tengan otros problemas de salud. Así, ha habido casos en los que el sarampión ha derivado en otitis, neumonía o diarrea, por ejemplo.

Sí es cierto que en uno de cada 1.000 casos puede haber una afectación "muy grave" del cerebro: encefalitis aguda. Según mencionan los pediatras de la Aepap, esto aparece entre uno y ocho días después del sarpullido, provoca alteraciones en la conciencia y convulsiones y puede acarrear muerte, aunque sólo en un 15 por ciento de los casos.

¿Cómo se trata el sarampión?

Como hemos explicado, el sarampión no es una enfermedad como tal, sino un virus. Por ello no es necesario usar antibióticos, y en su lugar lo más aconsejable es aislar al niño en casa para que no propague el virus. Si tu hijo tiene sarampión, no lo lleves a la guardería o al colegio hasta que hayan pasado, al menos, cinco días desde la aparición de las manchas.

Utiliza antitérmicos para la fiebre, lávale los ojos con frecuencia y dale líquidos para que no se deshidrate. En caso de que sea necesario un tratamiento específico, será el médico el que lo determine.

La vacuna del sarampión

La vacuna del sarampión es considerada 'sistemática' en España; es decir, de las que deben ser administradas a todos los niños (en este caso, desde el año de edad) y aparece en el calendario de vacunas como oficial. Asimismo, se aconsejan que se vacunen todos los adultos que no hayan sido vacunados antes o que se haya visto (en un análisis de sangre) que no tienen anticuerpos contra el virus. Hay ciertas excepciones (como las embarazadas) que no deben vacunarse, puedes consultarlo en tu centro de salud.

La vacuna del sarampión es muy efectiva. La Aepap asegura que el 95 por ciento de las personas que se vacunan contra este virus una vez quedan protegidas, y que el porcentaje es del 99 por ciento en el caso de aquellos que se vacunan dos veces.

Además, la mayoría de los niños no presenta efectos secundarios después de la inyección y, cuando los hay, en general se trata de dolor, inflamación o enrojecimiento que desaparece en un par de días, por lo que no hay que preocuparse. En algunos casos se han detectado cuadros febriles, pero también han desaparecido a los pocos días.

Ángela R. Bonachera