Actualizado 09/01/2015 11:07

Convulsiones febriles en niños

Convulsiones febriles
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Las convulsiones febriles son una de las causas de urgencias más frecuentes entre los niños de uno y dos años. Se deben a un aumento rápido de la temperatura corporal y son crisis que afectan a todo el cuerpo. Habitualmente son de contracción y relajación. En algún caso pueden acompañarse de pérdida de consciencia e incluso observarse desviación de la mirada con una duración entre uno y diez minutos.

La mayoría de los niños que han tenido una convulsión febril no tienen más. Aunque 1 de cada 3 puede tener, al menos, otra convulsión.

Es más probable que vuelva a ocurrir cuanto menor sea la edad de comienzo o si hay antecedentes en la familia. El riesgo disminuye una vez han pasado 6 meses del primer episodio. Y aunque no dañan al niño ni afectan a su desarrollo, son situaciones en las que a los padres nos embarga una gran preocupación. Por otro lado, un niño no es epiléptico porque haya tenido una o varias convulsiones con la fiebre. La probabilidad de llegar a tenerla es muy pequeña. Sólo 1 de cada 100 niños con convulsiones febriles, sin ninguna otra enfermedad neurológica, padecerá epilepsia.

Cómo actuar ante una convulsión febril en niños

-  Ante todo debemos mantener la calma y comprobar que las vías aéreas están abiertas. Observar en todo momento la apariencia del niño, el aspecto y tono de la piel y, por supuesto, su respiración.

-  Debemos comprobar que la lengua no está obstaculizando la entrada de aire, si tiene algún objeto en la boca o si las prendas que lleva le están apretando.

-  Si el niño vomita o presenta gran salivación en la boca, se debe colocar de lado (preferentemente izquierdo) o boca abajo, para evitar el ahogamiento.

-  Debemos evitar mover al niño, salvo que se encuentre en un lugar peligroso. Si la superficie en la que se encuentra es dura, podemos poner una almohada o cojín debajo del niño. También debemos retirar todos los objetos que puedan ocasionar lesiones.

-  Después de la crisis, debemos mantener al niño acostado de lado. Si esta situación se prolonga durante más de diez minutos, hay que llamar a Urgencias y pedir ayuda sanitaria. Una vez que haya cedido la crisis, debemos bajarle la fiebre. Quitarle la ropa y refrescar el ambiente de la habitación.

-  No debemos bañar nunca al niño en agua fría, pues el cambio tan brusco de temperatura puede empeorar su situación. Las friegas con alcohol que usaban nuestras madres están totalmente contraindicadas, ya que el niño puede absorber los vapores.

- Aunque nos agobiemos al ver a nuestro hijo así, no debemos sujetarlo fuertemente para que no se mueva ni intentar detener los movimientos corporales. Tampoco se recomienda trasladarlo durante las convulsiones.

Sara Vázquez. Enfermera Clínica Ruber Internacional de Madrid