Actualizado 30/01/2017 14:34

La familia frente a los celos entre hermanos

La familia ante los celos infantiles
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Los celos son conflictos afectivos, que surgen como consecuencia de situaciones que exigen de los niños una adaptación: el nacimiento de un hermanito; la enfermedad de un familiar que requiere más tiempo por parte de los padres; la incorporación al trabajo de la madre o un cambio de horario que le obliga a estar menos en casa, etc.

Cuando no se produce correctamente esta aclimatación, hablamos de conductas celotípicas, más serias y difíciles de curar.

¿Por qué sienten celos los niños?

Los celos infantiles surgen ante las amenazas -erróneas o no- que el niño percibe respecto de la vinculación afectiva con su madre -preferentemente-, actitud íntimamente relacionada con la conducta de apego que el niño adquiere los primeros meses de vida. Ésta se manifiesta a través del deseo que tiene de mantenerse físicamente cerca de su madre. El niño busca a la hora de explorar el entorno, la aprobación y confirmación de que no entrañan ningún peligro sus actividades.

Normalmente, los celos surgen como respuesta defensiva respecto de lo que el niño percibe como una posibilidad de desapego por parte de la madre, que comienza a ocuparse casi exclusivamente del hermanito más pequeño. Si el apego y los vínculos afectivos se rompieran, las consecuencias que sufriría el niño serían cuantiosas, por lo que es normal que sienta su mundo amenazado.

Primeras manifestaciones de los celos entre hermanos

El niño celoso manifiesta muchas conductas desajustadas como rabietas, protestas, rechazo a la comida, vómitos, lloriqueos, enuresis, etc. Gracias a esas conductas desajustadas los padres descubren el comportamiento celoso del niño, pues sin ellas el pequeño podría ser ignorado. Los celos representan un comportamiento afectivo defectuoso del niño, que crea una vinculación ansiosa por temor a ser abandonado o a perder sus figuras de apego.

Los celos no se sienten antes de tener un año

Los celos infantiles no suelen aparecer antes del año y medio de vida, prolongándose durante toda la primera infancia hasta alrededor de los 7 años. Sin embargo, también hay casos de bebés de 5 meses con conductas celosas cuando sus madres o sus cuidadoras atienden a otros niños.

Lo más frecuente es que el nacimiento de un nuevo hermano sea el principal factor desencadenante del comportamiento celoso, variando las manifestaciones según la edad. Con un año es infrecuente que se sienta abandonado por la llegada de un nuevo hermano; sin embargo, a la edad de 2 años puede manifestar sentimientos de abandono, atacando a sus padres cuando éstos cuidan o alaban al hermano pequeño; cuando éste comienza a andar o a cogerle sus juguetes. Si el comportamiento celoso es bastante importante, el niño puede sufrir sentimientos de culpabilidad e intentar compensar a su hermano con manifestaciones exageradas de afecto.

Los celos son más frecuentes en niños que en niñas

Según parece los celos entre hermanos son mucho más frecuentes entre niños que en las niñas. Aunque se ignoran las causas reales de la rivalidad entre hermanos, se barajan dos posibles explicaciones:

a.- Por el hecho de ser del mismo sexo, las relaciones madre-hija suelen ser más estables y homogéneas.

b.- Los factores de tipo educacional, hacen que las niñas estén más dispuestas a adoptar actitudes maternales respecto del bebé, lo que constituye una protección frente al comportamiento celoso.

Los niños dóciles son más celosos

Hay variables de tipo temperamental que pueden influir en la aparición del comportamiento celoso. Los niños con una personalidad más dominante y autosuficiente suelen ser poco celosos. Los niños más sumisos, dóciles y afectivamente dependientes son más vulnerables a los celos.

Al menos un 50% de los niños en su etapa infantil ha pasado episodios de celos, que han desaparecido espontáneamente.

En la mayoría de los niños, los celos deben entenderse como una conducta dentro de la normalidad. El tiempo y el modo en el que se perciba, sienta y supere la primera experiencia celosa por parte del niño, puede condicionar en el futuro no sólo la superación más o menos temprana de los celos, sino su estilo afectivo, el autoconcepto personal y el sentimiento de valía que se autoatribuirá a sí misma la persona adulta.

Importancia de la prevención de los celos entre hermanos

Los padres podemos ayudar a que los niños se adapten pronto a esta situación que, por otro lado, les sirve para madurar. Por ejemplo: ante un embarazo, los padres deben hacer partícipes a los más pequeños, para que se sientan protagonistas del evento, en lugar de transmitirles mensajes negativos, como: "Hay la que te espera", o comentando con otros adultos en su presencia, "lo va a llevar fatal porque es el rey...".

La mayoría de las veces, en el fondo de las conductas de celos hay un mal hacer por parte de los padres o de los abuelos. Cada niño necesita unas manifestaciones de cariño distintas según su edad, siendo variable el tiempo y dedicación que, por otro lado, tendrán que repartirse los padres, los abuelos o hermanos mayores. Es importante recordar que los celos mal resueltos pueden dar lugar a rivalidades futuras entre hermanos y a adultos egoístas, envidiosos y codiciosos.

Otro aspecto que se debe prevenir es si se trata de simples celos o, si debemos profundizar más en la educación que recibe el niño. Es el caso de los niños que lo comparan todo, tienen sentimientos de víctima o todo les parece poco, por lo que suelen envidiar a compañeros, primos y hermanos.

Consejos para prevenir y tratar los celos entre hermanos

- Cuando vaya a ver por vez primera al nuevo hermano, que encuentre en su cuna un regalo grande y vistoso para él. Aumentarán sus endorfinas que la ayudarán a afrontar una situación difícil.

- Los celos pueden mejorar apoyando y valorando el trabajo en equipo: todos ayudamos y acompañamos a todos. En vez de: "María pone la mesa y Pepe recoge la habitación", es mejor: "Entre los 2 ponéis la mesa".

- Si su carácter tiende a ser celoso, enseñarle a ser más positivo, a disfrutar con lo que tiene: no de cosas materiales, sino un día de sol, un olor a hierba mojada, cosas de la vida ordinaria. Aunque no se vean los resultados con rapidez, estaremos moldeando su personalidad.

- Es bueno pedir opinión al hijo que será destronado sobre los colores de la habitación del nuevo hermanito, qué juguetes le podrá dejar, cómo podrá cuidarlo y protegerlo, o todas las cosas que le enseñará.

- Cuando llegue el momento de ir al hospital, no es bueno desaparecer. Si es posible, despídete de tu hijo, pídele que cuide bien de la casa porque confías en él y llámale todos los días para interesarte.

- Dale protagonismo al pequeño, enseñándole fotos de bebés y hablándole de su futuro hermanito. Que os acompañe a comprar la ropita o la cuna y enseñársela en casa con cierta periodicidad, siempre en tono positivo.

Ana Aznar
Asesora: Inmaculada Lluch. Directora del Centro de Asesoramiento Educativo Integral

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