De pequeña, Tina era la típica niña que siempre dibujaba. La que siempre participaba en los concursos de felicitaciones navideñas del colegio, la que se pasaba las mañanas de los sábados en talleres de pintura. De mayor, pensó en estudiar Bellas Artes, pero se decantó por Arquitectura. Después, para compaginar bien su vida familiar y laboral, se decantó por la enseñanza. Pero entre medias, sus bellísimas ilustraciones no paraban de crecer, se hicieron libro, uno, otro, recordatorios, calendarios… Y demostraron que los niños pueden aprender a orar con la belleza de sus dibujos y que los padres y los abuelos pueden compartir ese momento con ellos. Ahora es Tina Walls, ilustradora y autora, profesora y madre, un ejemplo de evangelización a través del arte.
¿Cómo te decantaste por la ilustración infantil?
No fue una decisión que tomé en un momento determinado; simplemente la vida me fue guiando por distintos caminos hasta que encontré lo que de verdad me motiva. Aunque, como mencioné antes, llevo dibujando la Navidad desde que soy pequeña, no siempre me he dedicado a la ilustración infantil. Al principio, comencé diseñando invitaciones o meseros para bodas de amigas. Durante mi etapa en el mundo de la arquitectura, también tuve la oportunidad de dibujar diversas cosas. Incluso trabajé un tiempo como grafista en el cine, participando en alguna producción. Fue entonces cuando esas amigas que me pedían invitaciones empezaron a encargarme recordatorios de bautizo. Ahí descubrí que disfrutaba muchísimo con ello. Son dibujos que aúnan ternura y piedad, te permiten comunicar mucho, y el hecho de estar presente, de alguna forma, en momentos tan importantes sigue emocionándome.

Pero sé que además tus ilustraciones les encantan a los mayores, tienes cientos de seguidores en redes…
Eso solo puede ser porque la gente es muy buena. Empecé a publicar mis ilustraciones en Instagram para compartirlas con mi círculo cercano y nunca imaginé que llegarían tan lejos. Pero supongo que el boca a boca funcionó; la gente comenzó a seguirme y a recomendarme. Es innegable que estamos atravesando una época con cierta crisis de valores, pero, en compensación, también hay una parte muy positiva de la sociedad que, en medio de tanto ruido, está buscando algo diferente y otros valores. Sinceramente, no sé cómo agradecerles tanto.
¿Por qué la ilustración es tan importante para comunicar?
A mí me parece una forma de comunicación potentísima, especialmente con niños pequeños. Pensemos, por ejemplo, en un libro, una narración o cualquier otra forma de comunicación menos gráfica. Por un lado, está lo escrito o narrado, que el lector debe comprender en el sentido además en el que fue concebido. Luego, según el tipo de comunicación, el lector se forma una composición visual imaginaria basada en lo que ha interpretado. Sin embargo, con la ilustración, eliminas la posibilidad de esas interpretaciones subjetivas. Colocas en la imaginación del receptor exactamente la imagen que quieres transmitir, y es muy posible que esa imagen le acompañe en otras ocasiones futuras. Por ejemplo, me gusta creer que un niño que ha leído «Historia de la Navidad», donde entre otras cosas se narra la Anunciación, cuando rece el Ángelus, la imagen mental que se forme sobre lo que está rezando se pueda aproximar a mi ilustración, acompañándole así a lo largo de su vida.
Tus libros tienen una virtud, unen a varias generaciones a la hora de leerlos.
Varias personas me lo han comentado, y la verdad es que me emociona mucho escucharlo. En parte, por eso el último libro, Historias de un Belén, se lo he dedicado a los abuelos, quienes además tienen un gran peso en la historia. Pero, para explicar este fenómeno, debo admitir que el mérito no es mío. Yo simplemente intento dibujar con el mismo estilo que aquellos libros que tenía de pequeña en casa y que tanto me fascinaban, con ilustradores como Ferrándiz o María Pascual, por ejemplo. Sin duda, hay mucha influencia de esos libros antiguos en mis dibujos, y es normal que los lectores que, al igual que yo o mis padres, disfrutaron de ellos, los identifiquen, les resulten familiares y les guste lo que hago. Está claro que el mérito es más de Ferrándiz y compañía que mío.
Y tienen otra virtud: consiguen que los niños se enganchen a la lectura y la conviertan en un hábito.
Tampoco creo que el mérito sea totalmente mío, sino más bien de los entornos de los niños y, quizás, de las historias que elijo. La Navidad o los Reyes Magos son temas tan atractivos para ellos por sí mismos que es natural que los reciban con ilusión. Si luego esa emoción inicial se convierte en un hábito de lectura, sin duda es gracias al trabajo de las familias que los acompañan y fomentan estas costumbres, lo cual sé por experiencia que no es fácil.
Y aún una tercer (de entre las virtudes que conocemos), ayudan a vivir la fe e invitan a la oración.
Para mí, esta no es la tercera virtud, sino la primera. El propósito fundamental de mis libros es siempre el mismo: dar a conocer la fe a los más pequeños de una manera atractiva e introducirles en los valores cristianos. Siempre que estoy a punto de publicar un nuevo libro, es inevitable preguntarse qué acogida tendrá, si la gente querrá seguir recibiendo lo que ofrezco, si ya tienen suficiente, si aporto algo nuevo o si es más de lo mismo… Todas estas dudas, que considero muy naturales, procuro disiparlas inmediatamente. La fórmula es siempre la misma: pensar que, si logro que un solo niño rece y se acerque un poquito más a Dios, mi trabajo habrá merecido la pena.
¿Qué tiene el arte que nos conmueve tanto?
¡Qué pregunta tan compleja! Sinceramente, no lo sé. Supongo que, al ser algo que tiene que ver con los sentidos —en este caso la vista— y que además transmite un mensaje, posee la capacidad de transportarnos, de invitarnos a la reflexión y, al mismo tiempo, de tocarnos en la parte más sensible. Creo que funciona como el resto de los sentidos: de la misma forma que no te gusta el queso, puede no gustarte un estilo artístico determinado.
La belleza de tus ilustraciones contrasta con una cierta tendencia al feísmo en una parte del arte. ¿Es pasajera? ¿También es arte? ¿Cómo se establecen los cánones de belleza?
Yo no creo que exista un baremo que determine lo que es o no es arte. Es cierto que hay cierto tipo de expresiones que producen sentimientos desagradables o que, directamente, parecen una tomadura de pelo. Pero también hay arte moderno que es una maravilla. Creo que el arte es un reflejo de nuestra civilización, y su evolución será paralela a la de nuestros tiempos. En cualquier caso, no me considero una voz autorizada para sentenciar lo que es o no arte. Lo que sí me genera cierta inquietud, respecto a si esta tendencia es pasajera o no, es el tema de la inteligencia artificial, pero ese ya es otro debate.
¿Qué te dicen los niños cuando leen tus libros? ¿Y los padres?
Es probablemente la parte más satisfactoria de todo el proceso creativo. Tengo la suerte de que las personas que se acercan a comentar algo son siempre cosas muy buenas. Los comentarios suelen ser casi todos halagos. Los padres me cuentan cuánto les gustan los libros a sus hijos —seguro que a alguno no tanto, pero, como digo, son tan buenos que esos no vienen a contármelo—, y con frecuencia me envían dibujos hechos por los pequeños inspirados en los míos (lo cual me encanta recibir). Es habitual que, según la edad del niño, te cuenten una cosa u otra: a unos les llama la atención el Niño Jesús, otros hablan del viaje de los Reyes, y alguno me dice que ha aprendido una oración de mi libro de oraciones… Incluso, algunos más pequeños que aún no comprendían del todo la historia, disfrutaban «buscando pollitos» en las ilustraciones. La verdad es que es muy bonito, y me abruma un poco ver la acogida que siempre tiene todo lo que hago.
España es uno de los países punteros en la publicación y la compra de libros, pero… después caemos en los índices de lectura. ¿Cómo podemos mejorar estas cifras?
Esa es una pregunta excelente. Siempre que he leído sobre este tema, hay quienes abogan por planes públicos de fomento de la lectura o iniciativas en el colegio, pero siempre he creído que esa es una labor fundamentalmente familiar. Hay material buenísimo disponible para que el niño adquiera el hábito —y no lo digo por mis libros, que son anecdóticos—. Supongo que la lectura exige detenimiento, pausa, perseverancia…, valores que no abundan en nuestros tiempos, donde todo se rige por lo inmediato. Por eso, considero que es trabajo de las familias. El niño tiene que crecer en un ambiente que propicie esto y que limite otros estímulos, como la televisión, las redes, etc. Sin embargo, la fuerza del ambiente es tan grande que, aunque la teoría la tenemos clara, la práctica es otro asunto.
Estamos viviendo un “apogeo” de la búsqueda de la fe entre personas famosas y eso hace que quienes buscan, se acerquen a la Iglesia y quienes están en la Iglesia, se afiancen. Tú trabajas todo el día con gente joven. ¿Cómo ves este fenómeno?
Yo creo que todo lo que promueva el acercamiento de la gente a la Iglesia siempre es positivo. Es cierto que, al trabajar en un centro católico, veo una parte de la sociedad que quizá no es representativa de la realidad social. Pero, incluso con eso, sí es verdad que cada vez más jóvenes buscan acercarse a la Iglesia, ya sea a través de movimientos como Hakuna, Efetá o de otras maneras. Y eso es siempre bueno. Puede ocurrir que en ocasiones sea un acercamiento un poco más sentimental –basado en la música o lo que sea–, pero ahí es donde debe entrar nuestra labor como Iglesia: lograr que esa persona que se aproxima persevere y arraigue su fe de una forma más sólida. Es decir, el problema no es cómo llegan –que insisto, siempre es bueno–, sino cómo ‘alimentamos’ esa fe una vez que se han acercado.
¿Qué retos profesionales tienes pendientes?
¡Un montón! En el ámbito docente, es evidente que cada niño es un reto importantísimo. Y en el mundo de la ilustración, que es lo que nos ocupa, tengo la suerte de trabajar con una editorial estupenda, Palabra, con la que mantengo una relación maravillosa y con quienes siempre estamos planeando nuevos proyectos. Además, estoy trabajando con otra editorial en una colección de vidas de santos para niños –aunque por el momento solo he publicado la de Carlo Acutis–. Este proyecto me resulta muy interesante, ya que no solo implica la ilustración; también me esfuerzo por documentar a fondo cada personaje, y estoy aprendiendo muchísimo. Creo que tengo más retos que tiempo disponible (risas).
¿Qué libro te gustaría ilustrar?
La verdad es que todo lo que he tenido la suerte de publicar hasta ahora ha sido tan bonito y enriquecedor que no se me ocurre nada que pueda aportarme tanto como este tipo de libros, que acercan a los más pequeños a los valores esenciales.
¿A qué proyectos preferirías decir que no?
¡Uy! Me han llegado varios proyectos que, por desgracia, he tenido que descartar, pero no ha sido tanto por el proyecto en sí, sino por la falta de tiempo. En mi caso, tengo que compaginar la ilustración con tantas otras cosas que debo ser muy selectiva a la hora de elegir en qué embarcarme. Pero, a priori, no me cierro a nada que evidentemente encaje con mis valores y mi estilo.
Para los padres, tíos y abuelos que andan escribiendo cartas a los Reyes Magos, ¿qué recomendaciones nos haces de tus libros?
Que se fijen en mis libros ya me parece abrumador. ¡Lo que me preguntas es como elegir a quién quieres más, si a papá o a mamá! (risas). Realmente, la colección de la Navidad (Historia de la Navidad, Historia de los Reyes Magos e Historias de un Belén) creo que me representa muy bien y es con lo que más he disfrutado. No lo puedo evitar, estoy enamorada de la Navidad… Pero he disfrutado tanto con todo lo que he hecho que, en realidad, creo que esos padres, tíos o abuelos conocen mejor que nadie a sus hijos, sus intereses o sus propósitos, y seguro que elegirán con acierto.
No te pierdas todos los libros de Tina Walls en Palabra
Tina Walls nació en Madrid en 1985 donde reside actualmente. Estudió Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid especializándose en arquitectura efímera, escenografía y diseño.
Su pasión por el dibujo le llevó ya durante su etapa universitaria a compatibilizar sus estudios con trabajos de ilustración para diferentes editoriales.
Ha trabajado en distintas áreas creativas, desde estudios de arquitectura a productoras cinematográficas donde ha desempeñado el cargo de grafista y diseñadora en varias películas, hasta que descubre su otra vocación: la docencia.
En 2010 funda su marca personal como ilustradora bajo el nombre de Tina Walls, actividad que actualmente compagina con su trabajo como profesora de dibujo técnico en un centro de bachillerato.
Obras del autor
- Calendario de pared 2026 Tina Walls
- Calendario de mesa 2026 Tina Walls
- Historias de un Belén
- Historia de los Reyes Magos
- Mi libro de oraciones ilustrado
- Historia de la Navidad
María Solano Altaba
Directora de Hacer Familia
Profesora de la Universidad CEU San Pablo