Llega un momento en el que la
vida social de los
padres termina por incluir a los
niños. Y, a medida que crecen, van ganando autonomía y formando parte de eventos como bautizos, comuniones, o bodas. En definitiva, son un invitado más y es necesario que aprendan una serie de protocolos con los que manejarse y relacionarse con el resto de comensales.