La llegada de un
nuevo miembro a la familia supone que diversos sentimientos despierten. Entre este cúmulo de sensaciones también pueden aparecer los
celos, que no deben interpretarse, siempre, como algo negativo. De hecho, se trata de una oportunidad única de aprendizaje en la que los
padres pueden inculcar unas buenas lecciones sobre el valor de los lazos entre hermanos.