El vínculo emocional entre padre e hijo influye más en la formación de la personalidad de un niño que el de la madre. Durante las primeras fases de la vida, los niños profesan un mayor respeto a la figura de su progenitor porque le otorgan más estatus y lo convierten en su modelo a seguir. Tras analizar más de 10.000 casos de niños criados en diferentes tipos de familias, se descubrió que los menores educados sin su padre tienden a ser más ansiosos, nerviosos e inseguros, así como hostiles y agresivos hacia los demás. Una tendencia apenas perceptible entre los niños que habían sido criados en ausencia de su madre. Esta personalidad se mantiene incluso a lo largo de la edad adulta. "No hemos encontrado ninguna otra experiencia que afecte a nuestra personalidad y a nuestro desarrollo de manera tan fuerte y consecuente como el haber sido abandonado por un progenitor, especialmente en la niñez", según explica Rohner.