Actualizado 22/06/2022 11:44

La primera borrachera de los adolescentes y el dia después

La primera borrachera de los adolescentes
ISTOCK - Archivo

La primera vez que nuestro hijo se emborracha es normal que nos llevemos un disgusto. Pero una borrachera no significa que vaya a ser un alcohólico toda su vida. Normalmente, no dejará huella en él. Al contrario, si sabemos aprovechar esta oportunidad, podremos dar la vuelta al asunto con mucha más eficacia.

¿Qué hacer? Como ya está borracho, no solucionaremos nada gritando o poniéndonos nerviosos. Al contrario, es mejor derrochar cariño y comprensión, le ayudaremos a acostarse con buenas palabras, le desvestiremos y le limpiaremos. Todo ello, además, servirá de ejemplo a sus hermanos, tanto a los más pequeños, como a los mayores, que verán cómo sus padres les quieren incluso en estas situaciones.

Existen grados de borrachera, pero si está más o menos consciente podemos procurar que entienda y comprenda lo que estamos haciendo con él. Al día siguiente lo recordará y se llenará de vergüenza y de cariño hacia sus padres.

El día después

El día siguiente a una borrachera es el más importante: él estará totalmente abatido, tanto física como moralmente. Podemos adelantarnos y prepararle un buen desayuno, incluso llevándoselo a la cama, después de dejarle dormir todo lo que necesite.

El momento de la conversación sosegada ha de llegar sin timideces por ninguna parte: es necesario hablar, más que nunca. Nuestro hijo no es un criminal, aunque puede que, a lo mejor, él se sienta así. No encontraremos otra ocasión mejor para que pierda, de una vez por todas, la idea de emborracharse. Por beber de más ha pasado una mala experiencia, ha entristecido a sus padres, todo su cuerpo se resiente... Intentaremos que se haga el propósito de no volver a hacerlo.

Nosotros, para apoyar esas buenas intenciones podemos decirle que beber es malo para él, que ha dado un disgusto a sus padres, que no le vamos a castigar porque confiamos en él y su buena voluntad, que se comprometa a no volver a hacerlo... Además, le dejaremos hablar a él para conocer las causas: si ha sido un hecho consciente o ha caído sin darse cuenta, o si se debe a sus amigos, o a alguna fiesta especial, etc. Sabiéndolo, actuaremos en consecuencia.

Problemas del alcohol

A estas edades, beber alcohol puede causar una serie de complicaciones a nuestros hijos adolescentes, siguiendo al doctor Arana:

· Disminución del crecimiento celular y, por tanto, de todo el cuerpo.
· Trastornos del equilibrio. Es el mareo y la visión borrosa que se producen al beber y que pueden dejar alteraciones permanentes.
· Daño en otros órganos internos como el hígado y el estómago.
· Trastornos sexuales, porque las células de estos órganos son extraordinariamente sensibles y si se lesionan pueden dar lugar a graves defectos, desde la impotencia a la esterilidad.
· Descenso de la actividad mental, de la facultad de crítica o juicio y de la reacción. Según estadísticas recientes, un buen número de los "fracasos escolares" se da entre chicos y chicas que beben alcohol con frecuencia.
· Cambios en el ánimo: de optimismo a pesimismo, de alegría o serenidad a tristeza o actitud agresiva.
· El adolescente se convierte en un ser fácilmente influenciable, por la disminución de su capacidad de raciocinio.

Papel de la publicidad

La publicidad del alcohol mueve en España miles de millones de pesetas anuales, y mueve también a muchos especialistas en marketing, psicólogos, etc. Evidentemente no se invierten tales cantidades de dinero y esfuerzo si no se espera obtener un considerable beneficio y se tiene una cierta garantía de éxito.

Hacer publicidad para incitar a los adolescentes al consumo de alcohol es muy fácil, ya que su característico egocentrismo les lleva a creer que la publicidad no puede influirles, "les influirá a los demás". Una vez que han estudiado las motivaciones de los adolescentes, los publicistas deciden presentar el alcohol de tres maneras distintas.

a.- Como un producto que pretende ayudar al adolescente a buscar su identidad favoreciéndole romper con la infancia, relacionarse, alcanzar el éxito, etc.
b.- Como un producto que facilita la evasión frente a los problemas.
c.- Como un producto que ayuda a divertirse.

Más vale prevenir

Disponer de demasiado tiempo de ocio y de abundante dinero facilita caer en el vicio de la bebida y del tabaco. Por eso, muchas familias atan corto a los hijos. Como ocurre muy a menudo, prevenir es mejor que curar. Para ello, hay que hablar con los hijos, desde pequeños, de las consecuencias del alcohol. Tanto físicas como del daño que hace a la propia persona: alguien ebrio no tiene dominio de sí mismo.

Así, si un día vamos paseando con nuestro hijo (el pequeño o el adolescente, es igual) vemos a un borracho o a gente bebiendo excesivamente, hay que aprovechar la ocasión y hacerle ver lo pobre de esa diversión. Si se trata de una hija, se puede hacer que oiga de sus hermanos varones lo que piensan los chicos de una chica borracha o bebida: se horrorizará.

Consejos para padres de hijos adolescentes

· A veces, hay que buscar el mal menor y si sabemos que nuestros hijos van a beber "algo" cuando salen por ahí, hay que explicarles que no se deben mezclar bebidas de distintos tipos, pues se suman los efectos.
· Con un poco de pillería podemos decirle a nuestros hijos que merienden bien antes de irse, explicándoles por qué: con el estómago vacío, el alcohol tarda mucho menos en hacer efecto y se sube a la cabeza enseguida, con la falta de autocontrol que genera.
· No hay mejor predicador que Fray Ejemplo, por lo que podemos pensar cómo es nuestra actuación: cuánto bebemos, por qué, en qué ocasiones. Probablemente, encontraremos modos de mejorar también nosotros.
· Cuando en una casa existe un mueble bar repletito de botellas llamativas, estamos exponiendo a nuestros hijos a una tentación dentro de casa. No se trata de poner candados, sino de ser prudentes.
· La mejor manera de prevenir que caigan bajo las garras de la bebida es ayudarles a que no estén ociosos, a que hagan deporte, de modo que no necesiten esa "evasión".

Si conocemos los ambientes en los que se mueven nuestros hijos comprenderemos mucho mejor sus actitudes. Si no hace más que salir a la zona de bares, donde el suelo está alfombrado de vasos de plástico de cerveza... lo raro sería que no bebiera.

Ricardo Regidor
Asesor: Guillermo Cánovas. Director de EducaLIKE

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