Cuando hablamos de acogida, nos referimos a integrar a los niños y a sus familias en las escuelas infantiles de una manera respetuosa y cuidadosa para que la vivan y sientan cómo suya. El objetivo está claro: que los niños y las niñas se sientan bien, queridos y respetados, para así contribuir a que puedan disfrutar de las nuevas experiencias que esta les ofrece.
La entrada a la guardería conlleva un periodo de cambios y de nuevas situaciones para los niños, algunos de los cuales vivirán por primera vez la separación física y afectiva de sus familias. Este hecho puede ir acompañado de llantos e inseguridades y, por eso, las educadoras y los educadores han de acompañarles en este momento de la manera más cariñosa y natural posible, estableciendo un vínculo de confianza y cooperación con las familias.
Como cada niño vive su proceso de acogida de manera diferente, la incorporación en la escuela se hace de forma progresiva y flexible, respetando el ritmo y las necesidades de cada cual. De este modo, se permite una atención más individualizada, se obtiene un conocimiento profundo de cada niño y se disfruta de un ambiente más relajado.
Entendiendo este contexto, es importante empezar con grupos reducidos y pocas horas de asistencia, llegando progresivamente al horario establecido. Así, los niños y niñas pueden sentirse más seguros y protegidos.
El papel de la familia en la escuela infantil
En este proceso, las familias juegan un papel muy relevante. Ellas son las encargadas de empezar a establecer los primeros contactos de relación, afecto y seguridad en los más pequeños, los cuales, con el tiempo y de manera gradual, el colectivo de profesionales de la educación acaba construyendo y reforzando. Por eso, y si es posible, se pide a las familias que también pasen un periodo de tiempo en el centro junto a los niños.
Cada pequeño tiene su propio progreso y sus propias emociones, las cuales se tienen que respetar y saber acompañar de forma individualizada y cariñosa. Para las familias, estas son algunas de las estrategias que pueden ayudar a que la acogida sea favorable:
1. Acompañar al niño en los primeros días de estancia en la escuela, permaneciendo con él hasta que se sienta protegido y tranquilo.
2. Despedirse siempre, explicándole que se volverá pronto y transmitiéndole confianza y afecto. Nunca se tiene que desaparecer mientras el niño está distraído. Si este hecho sucede, le creará una sensación de inseguridad.
3. Anticiparle lo que pasará cada día, utilizando un lenguaje sencillo y positivo.
4. Respetar el horario de adaptación, sin forzarlo y sin quedarse más tiempo del que necesita o está preparado.
5. Aceptar y validar sus emociones, sin minimizarlas o negarlas. Ayudarlo a expresarlas y a gestionarlas de forma adecuada.
6. Motivar y animar al niño, reconociendo los éxitos y los adelantos. Celebrar los pequeños éxitos y reforzar su autoestima.
En la guardería, este proceso no puede estar sujeto a un tiempo determinado y se tiene que valorar de una manera cualitativa y no cuantitativa, de manera constante y gradual, construyendo una buena relación emocional entre los niños, las y los maestros y educadores y las familias. Dar respuesta a los procesos del niño cuando se ponen en juego factores emocionales importantes ayudará a hacer que estos se sientan día detrás día más seguros y confiados.
Rosa Garcia Roura, especializada en Comunicación e Innovación Pedagógica e Integrante del equipo de Comunicación de Cavall de Cartró.
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