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María Solano

Frustrados en el invierno demográfico

El drama de la baja natalidad
El drama de la baja natalidad - ISTOCK

El invierno demográfico es un drama sin precedentes. Viviremos las consecuencias económicas, sociales, culturales, políticas y familiares en los años que están por llegar de la baja natalidad. El futuro no es alentador porque ningún indicador hace pensar que vayamos a vivir un cambio de tendencia a corto plazo. El invierno demográfico en el que está atrapada España es una realidad y hay que ponerle coto.

Han corrido ríos de tinta sobre las medidas que se pueden tomar para paliar los efectos del dramático envejecimiento. Y aquí no hay recetas milagrosas porque son muchos los ingredientes que necesitamos añadir y porque lo que vale en un sitio puede no servir de nada en otro. Así, políticas de apoyo a la familia como las que han surtido efecto en Francia, han resultado inocuas aplicadas a Alemania.

Si pudiéramos, tendríamos más hijos

Hay un factor del que nadie duda: si las familias pudieran, tendrían más hijos. Eso nos indica que la bajísima tasa de fertilidad de la mujer española -1 ,33 hijos, muy lejos de los 2,1 necesarios para garantizar el relevo generacional, nivel que abandonamos en 1980- no responde al deseo real de las familias sino a la sensación de que las circunstancias personales no les permiten tener más hijos.

De modo que, la mala noticia es que las cifras no mienten. Disminuyen los nacimientos, la inmigración no suple esa caída, aumenta la esperanza de vida, la población envejece y el sistema deja de sostenerse.

Pero la buena noticia es que hay un marcado deseo en el corazón de cientos de miles de personas por revertir la situación.

Si hay esperanza, ¿qué podemos hacer para avivar ese fuego? Los expertos lo tienen claro: las medidas de carácter político son importantes, las ayudas económicas también, pero eso es como empezar la casa por el tejado. Los verdaderos cimientos, allí donde hay que poner el énfasis, están compuestos de una cultura de familia que impregne a toda la sociedad hasta tal punto que todos nos sintamos en parte responsables del necesario crecimiento demográfico. Lo demás serán meros parches que no conseguirán resolver el problema.

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