Vacaciones en familia para todas las edades - ISTOCK
"Por primera vez en muchos años de matrimonio, hemos dedicado tiempo a pensar si las vacaciones de verano realmente cubren las necesidades de nuestra familia. Mi marido y yo descansamos de modo diferente, nuestros hijos tienen edades muy distintas y ¡nuestros padres necesitan compañía! Lograr un veraneo en el que todos nos sintamos bien es todo un reto".
Esta reflexión sobre las vacaciones de verano está en la cabeza de muchos de nosotros. La cantidad de quejas y problemas que escuchamos en las consultas durante el mes de septiembre acerca de la convivencia durante las vacaciones, nos lleva a pensar que es necesario replantearse su organización, sus objetivos, el lugar elegido, las amistades e incluso las obligaciones.
El primer pensamiento ante la posibilidad de salir de la propia ciudad debería de ser siempre de agradecimiento. Este sentimiento lo conservan quienes han pasado años de su vida sin poderlo hacer o quienes tienen a su lado otras familias que permanecen sin salir durante años.
¿Qué necesita una familia para ser feliz en verano?
1. Sentirnos todos imprescindibles. Que todos se sientan imprescindibles, porque sin su compañía las vacaciones ya no serían familiares.
2. Buscar momentos de intimidad familiar. Que los momentos en los que estemos juntos se pueda hablar y saber como está cada uno. La comida o la cena deberían de ser un momento de intimidad familiar que se respete a la hora de hacer planes. Los adolescentes tienden a dispersarse, siempre hay un plan que les anima a salir de casa y eso está muy bien, siempre y cuando el punto de referencia no se difumine.
3. Que sepamos de qué modo descansa cada uno. No solemos descansar igual marido y mujer. Según el modo de ser de cada uno, sus gustos y aficiones, pueden hacerse compatibles siempre y cuando se hable el "como". Si no, corremos el riesgo de encontrar muchas madres que llegan a la playa después de cuatro o cinco horas de trabajo en casa mientras unos duermen, otros hacen deporte y otros se esfuman como por arte de magia. Los hay que descansan leyendo muchas horas, otros teniendo sus momentos de soledad, otros siendo acompañados por los amigos con los que se encuentran en su salsa, otros haciendo mucho deporte etc., pero lo que a una familia realmente le descansa es que unos estén pendientes del descanso de los otros. Si no es así, las quejas serán continuas, fruto del egoísmo de ir cada uno a lo suyo.
4. Que el lugar elegido tenga realmente el clima que nos va. Es bueno ser capaz de cambiar de norte a sur o viceversa, si a uno de los de los dos le cabe la duda de que el veraneo sería mejor de otro modo.
5. Que nuestros hijos tengan amigos. Una pandilla sana, con los que pueda compartir su infancia o su adolescencia sin ser perjudicados por el alcohol o las drogas. ¡Cuantos desastres ocurren durante las vacaciones por malas influencias de las amistades, cuando los padres nos dormimos en los laureles!
6. Que no se disparen los gastos de modo que en septiembre venga la angustia de lo números rojos. No hace falta cenar todos los días fuera de casa para ser feliz. Habrá quienes puedan y deban hacerlo, pero la gran mayoría no puede, y además, posiblemente sus hijos se sentirían mejor si sus padres cenan con ellos, aunque después venga el tiempo de estar marido y mujer a solas o en compañía de sus amigos.
El verano es un tiempo óptimo para demostrar que "obras son amores y no buenas razones", para hablar más tiempo con los hijos, para acoger a los padres unos días, para divertirse sin prisas, para leer todo lo que durante el invierno no es posible, para hacer más deporte, para ver a lo amigos con los que sea posible coincidir, aunque para eso haya que hacer alguna excursión, para dormir más, para que las relaciones hombre-mujer se restauren si están dañadas, se conserven si permanecen sanas, se acrecienten por si llegan momentos duros... Es tiempo de amar con calma, de encontrar la paz y de recuperar fuerzas.
¡Feliz verano!
Mónica De Aysa. Máster en Matrimonio y sexualidad. Orientadora familiar
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