Elige tus regalos esta NavidadElige tus regalos esta Navidad - ISTOCK

Es difícil educar en la austeridad en un tiempo en el que realmente se puede tener de todo y sobre todo en Navidad, momento en que los niños saben que van a recibir sus regalos de Reyes Magos. Por eso es importante transmitir a los hijos que, aunque viven bien y los padres nos esforzamos por darles todo lo que necesitan, deben aprender a renunciar a lo que no necesitan incluso si podrían tenerlo.

La vida consiste en elegir a qué dedicamos nuestros esfuerzos, y elegir supone, también en Navidad, siempre una renuncia a la otra opción, la que se descarta. Por eso es bueno que los hijos se den cuenta de que tratamos de elegir lo que consideramos mejor para ellos y eso nos lleva a descartar otras opciones que consideramos menos buenas. Y esto mismo se debe trasladar a los regalos de Navidad, ya que elegir entre las diferentes opciones es descartar otras que no quiero con la misma intensidad o que no necesito tanto.

Por ejemplo, si la familia está haciendo un esfuerzo económico para llevar a los hijos a un colegio que entienden es mejor para su formación, es bueno que los niños sean conscientes de que ese dinero se destina al fin que los padres entienden más adecuado y no a otro.

En decisiones mucho más sencillas, podemos ir educando en ellos la austeridad. Ante una bolsa de patatas fritas que es objeto de su deseo al salir del colegio y que tiene un precio muy bajo en el conjunto de los gastos, podemos comprarla o animarles a pensar que ese dinero se puede utilizar para otros fines más adecuados.

Esfuerzo y sacrificio con una sonrisa

No podemos ser austeros con la cara mustia. Nuestro ayuno de lo material no debe leerse en nuestro rostro. De lo contrario, seremos austeros en la tristeza. Y nuestra labor como padres consiste en hacer de nuestros hogares el centro de la alegría.

Por eso es muy importante que, en el equilibrio educativo, cuando les hablemos del esfuerzo y del sacrificio, hagamos enorme hincapié en la alegría que supone hacer las cosas bien.

La obligación puede ser una buena motivación puntual, pero no tarda mucho en desvanecerse. El premio, si lo hay, tampoco mantiene demasiado los índices de felicidad. Necesitamos transmitirles un fin último más elevado a cada una de sus acciones. Por ejemplo, a la hora de estudiar, el profesor Tomás Melendo (El encuentro de tres amores, Palabra, 2018) recomienda un buen enfoque: en lugar de decirles que estudien para tener un buen futuro profesional con el que ganarse mejor la vida (eso para ellos está muy lejos y, además, es excesivamente economicista), podemos animarlos a estudiar para así saber más y poder ayudar a sus compañeros y sus hermanos. El hecho de basar el esfuerzo en un camino de generosidad mejorará su motivación y dará un mayor sentido a su vida.

María Solano
Asesoramiento: María Álvarez de las Asturias. Instituto Coincidir

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