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Alfonso Sánchez-Carpintero. Psicólogo Especialista

Construir un hogar saludable

Familia feliz
Foto: THINKSTOCK 
Por Alfonso Sánchez-Carpintero. Psicólogo Especialista
     

En una de mis consultas traté el caso de un paciente que a lo largo de las visitas relataba un cúmulo de enfermedades médicas y desgracias personales a cada cual más descorazonadora.

Primero, un mal degenerativo que le había dejado por el momento con una muleta; después una incapacidad laboral; luego un tumor y más adelante, la pérdida progresiva de la visión. Los psicólogos clínicos tendemos a la suspicacia -por defecto profesional- ante pacientes rodeados de múltiples problemas y que, a pesar de todo, no pierden la paz y se muestran tranquilos y optimistas. Solemos pensar: "aún no ha elaborado la pérdida" e intuimos que, antes o después, aparecerá el lógico desmoronamiento. El paciente mencionado, lejos de venirse abajo, era capaz de sobreponerse a la tristeza y a las dificultades, porque se apoyaba en aquellas cosas que aún conservaba y a las que daba más valor que lo que había perdido (mencionaba a su familia).

¿Por qué a los profesionales de la salud mental nos pillan a contrapié estas reacciones? ¿Qué conocimiento tenemos de la capacidad del ser humano de superarse y de ser feliz a pesar de las contrariedades?

Psicología positiva

Es interesante saber que a principios del siglo pasado, en pleno surgimiento de la psicología como ciencia, se consideraba que ésta debía atender tres objetivos fundamentales: curar la enfermedad mental, promover el bienestar y plenitud de la gente, e identificar y nutrir los talentos de las personas. Si pusiéramos en un lado de la balanza todo lo que se ha investigado hasta ahora sobre la enfermedad mental y las debilidades humanas, y en el opuesto lo referido a los aspectos positivos del ser humano, ganaría de forma aplastante la primera opción. Parece pues, que la psicología ha desatendido una parte fundamental de la naturaleza humana, centrándose en exceso en lo deficitario.

Con el fin de cubrir este vacío histórico en nuestra disciplina surgió la Psicología Positiva. Se inició formalmente en 1998 de la mano de un grupo de investigadores, comandados por el prestigioso psicólogo Martin Seligman. Su objetivo fundamental era investigar, con base científica, los repertorios positivos de la personalidad, las cualidades humanas, etc., desmarcándose de la corriente de los libros de autoayuda, limitados a meras opiniones y, en no pocas ocasiones, a simplezas.

Una de sus líneas punteras de investigación se centra en la elaboración de un manual de virtudes y fortalezas del carácter, semejante a los manuales existentes para el diagnóstico de las enfermedades mentales. Este manual, elaborado por Seligman y Peterson, propone seis virtudes (sabiduría, coraje, templanza, justicia, humanidad y trascendencia) y veinticuatro fortalezas (gratitud, humildad, perdón, curiosidad, creatividad, etc.), que postulan como comunes en todas las culturas y han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad.

El objetivo de este trabajo es establecer modelos teóricos explicativos, criterios para su "diagnóstico", la creación de instrumentos que evalúen las fortalezas y la promoción de las mismas a través de las instituciones.


La familia constituye por sí misma la fuente principal de los valores de sus miembros y el lugar donde se cultivan y potencian primariamente las cualidades humanas


Aunque son muchos los campos de aplicación de este novedoso enfoque, considero que es en la familia donde más puede interesar centrarnos. La familia constituye por sí misma la fuente principal de los valores de sus miembros y el lugar donde se cultivan y potencian primariamente las cualidades humanas. ¿Conocemos cuáles son las virtudes de los hijos? ¿Sabemos cómo hacer para sacar el máximo provecho de ellas? ¿Sabemos manejar las emociones positivas para poner límites a los hijos? ¿Comprendemos la utilidad de las emociones negativas para evitar conflictos innecesarios y malentendidos en la convivencia diaria? ¿Empleamos el sentido del humor para preservar el buen clima familiar? ¿Sabemos cómo emplear el optimismo para afrontar en familia la época de crisis? ¿Potenciamos la capacidad de los hijos de apreciar la belleza de las cosas que nos rodean, más allá de lo material?

Quizá sea de interés para el lector consultar la página web en donde, quien lo desee, puede conocer a través de cuestionarios sencillos el perfil de sus cualidades personales, el grado de felicidad percibida, etc.: www.authentichappiness.sas.upenn.edu

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