Campanas de boda - ISTOCK
Por miedo, que no por indecisión. Por inestabilidad, que no por falta de confianza. Por carencia de recursos, que no por ausencia de ganas. Los jóvenes españoles quieren casarse pero, en ocasiones, su situación laboral los frena. Los contratos temporales y las becas perpetuas no son circunstancias que ayuden a mejorar el optimismo de los jóvenes.
Pero ¿realmente ha cambiado tanto el panorama con respecto a generaciones pasadas o es que hoy los jóvenes se fijan elevadas expectativas y ponen demasiados condicionamientos a la emancipación?
Según los datos más recientes elaborados por el Instituto Nacional de Estadística, la edad media con la que los españoles acceden al primer matrimonio es de 33,3 años. Hace diez años, esta se situaba en los 30,2. En 1994 se encontraba en los 27,9 años y en 1984 en los 25,8. Las causas, según sociólogos y expertos, se reducen a tres: la inestabilidad laboral, la emancipación tardía y el temor al fracaso.
Casarse hoy, una decisión original
El análisis que lleva a cabo María Álvarez de las Asturias, del Instituto de orientación personal y familiar Coincidir y autora del libro Una decisión original, es que "si tienes un trabajo precario con unos ingresos que dan malamente para subsistir, es razonable que no puedas casarte". En cambio, señala que "nos hemos acostumbrado a que tenemos que tener unas necesidades superfluas cubiertas". De las Asturias habla de las "megabodas" y recuerda a los jóvenes que el amor "es valiente y tiene que ser sensato" pero que "esa sensatez no equivale a que el cien por cien esté controlado".
Se ha desvirtuado, según María Álvarez, el concepto de celebración. "Casarse es comprometerse en un proyecto de amor y esa decisión se celebra con la gente que se alegra de que la pareja la haya tomado", sostiene. De las Asturias dice que muchas parejas jóvenes actualmente invierten los términos y creen que la boda es el final del camino cuando en realidad es solo el inicio de un proyecto de vida que se comparte. Esto conduce a la realización de celebraciones vacías de contenido y por eso hay que rescatar el auténtico sentido del matrimonio, ser valiente y arriesgarse en medidas razonables. No hace falta mucho para casarse con amor.
Vivir con los padres garantiza seguridad
No cabe duda de que vivir con los padres garantiza seguridad y estabilidad cuando aún no se ha encontrado un trabajo indefinido. Pero ¿se le exige demasiado a la vida antes de emprender el vuelo? ¿Se han llevado al alza sobremanera las expectativas?
A todos los jóvenes les preocupa lo mismo y quizá por esta razón sea conveniente recordarles las palabras del Papa Francisco en relación al matrimonio de los jóvenes: "Nos equivocaríamos si pensáramos que esta 'cultura' del mundo actual solo tiene aversión al matrimonio y a la familia, en términos de puro y simple egoísmo. ¿Acaso todos los jóvenes de nuestra época se han vuelto irremediablemente tímidos, débiles, inconsistentes? No caigamos en la trampa. Muchos jóvenes, en medio de esta cultura disuasiva, han interiorizado una especie de miedo inconsciente, y no siguen los impulsos más hermosos, más altos y también más necesarios. Hay muchos que retrasan el matrimonio en espera de unas condiciones de bienestar ideales. Mientras tanto la vida se consume sin sabor. Porque la sabiduría del verdadero sabor de la vida llega con el tiempo, fruto de una generosa inversión de pasión, de inteligencia y de entusiasmo".
Carmen Fernández de la Cigoña, profesora de en la Universidad CEU San Pablo cree que el retraso en la edad del matrimonio nace de un cambio social. "La inestabilidad económica convive con una juventud que ha tenido muchas cosas", dice Carmen Fernández. Los jóvenes tienen aseguradas demasiadas cosas a las que no quieren renunciar. Considera que hay que recuperar el valor de la austeridad, que no de la precariedad, porque en la vida, si estamos dispuestos a asumir libertades, debemos saber que existen también las responsabilidades.
Elisa García Faya
Asesoramiento: María Alvarez de las Asturias, autora del libro Una decisión original
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