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Nos vamos a vivir juntos

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¿Y si nos vamos a vivir juntos? Esta es la pregunta que se hacen cada vez más parejas de jóvenes que todavía no han contraído matrimonio. La cohabitación prematrimonial es una propuesta habitual que adoptan los jóvenes para probar si son realmente compatibles antes de dar el gran paso hacia el altar.

El temor a que las cosas no puedan funcionar es lo que impulsa a las personas a tomar esta decisión que en la mayoría de los casos no suele ser la más acertada. Estudios demuestran que solo un 20 por ciento de las parejas que se van a vivir juntos antes del matrimonio llegan a casarse.

Diferencia con la convivencia matrimonial

Aunque en esencia la convivencia pre- matrimonial y matrimonial puedan parecer lo mismo, existe una gran diferencia que es apreciable en el vínculo que existe entre la pareja. Cuando dos personas, marido y mujer, comparten el mismo techo existe una concepción de «nosotros” entre ellos que les lleva a actuar siempre de forma unificada incluyendo en su proyección de futuro a la otra persona. 

El matrimonio refleja un compromiso mutuo que motiva a las parejas a no abandonar cuando se presentan dificultades, y aunque el amor que se profesan puede ser el mismo que cuando no se encontraban casados, existe un motivo más fuerte para estar al lado de la otra persona, que no es otro que la promesa de permanecer juntos para toda la vida.

Ventajas e inconvenientes de la convivencia prematrimonial

Entre los motivos que llevan a los novios a dar este paso, podemos encontrar las que podrían llamarse ventajas, como son las siguientes:

1.  Permite a la persona ver si se siente cómoda con su pareja.

2.  Permite conocer aspectos de la pareja que solo se conocen en la cohabitación.

3.  Para muchas parejas, son los años más felices y divertidos por no tener que asumir las responsabilidades propias del matrimonio.

Pero todas las ventajas presentan sus inconvenientes, que son en definitiva, los que llevan a que el 80 por cientos de las parejas que viven juntos no lleguen a casarse:

1.  Puede suponer la pérdida de libertad personal y del espacio porque algunas parejas se vuelven posesivas y pretenden llevar la voz cantante en la relación de manera que se cumplan sus órdenes.

2.  Las personas que se van a vivir juntas llegan al matrimonio insatisfechos o sin expectativas de comenzar una nueva etapa en sus vidas, lo que les expone más al divorcio.

3.  Salir de la convivencia sin estar casados es mucho más fácil porque no requiere de tramitaciones legales, lo que favorece a la ruptura ante cualquier riña o dificultad.

Convivencia prematrimonial para hombres y para mujeres

Una vez estudiado los pros y los contras, podemos analizar los motivos por los que finalmente elijen esta opción. En ocasiones, las parejas se sienten presionadas por el miedo a perder al otro e intentan cerrar más el vínculo aceptando la propuesta de ir a vivir juntos.  

Otras veces, es la creencia en que la convivencia pueda suponer un acercamiento hacia el altar lo que les lleva a tomar este paso. Pero en la mayoría de los casos, lo que principalmente mueve a la cohabitación prematrimonial es la idea de la “prueba”, es decir, a experimentar cómo es la convivencia, lo que supone una falta de compromiso por los contrayentes que es lo que lleva en la mayoría de los casos al fracaso de la relación.

 Ana Vázquez Recio

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