De bien nacidos es ser agradecidos. Pero a veces hoy se nos olvida dar las gracias.
Acostumbrarse a dar las gracias tiene una enorme cantidad de beneficios para nosotros y para nuestros hijos. No es sólo un detalle de educación. Es, sobre todo, una cuestión de valores.
Cuando damos las gracias, hacemos que los demás se sientan queridos y reconocidos. Damos un sentido al esfuerzo que hacen por nosotros.
Y, al mismo tiempo, logramos sentirnos más contentos porque tenemos la impresión de que la mayoría de las cosas que nos pasan son un regalo que hay que agradecer.
1 Los demás se sienten valorados por lo que hacen.
Se dan cuenta de que nos hemos dado cuenta de lo que están haciendo por nosotros, del esfuerzo que le han dedicado. Su trabajo no cae en saco roto: es apreciado.
2 Damos sentido al esfuerzo del prójimo.
Sea un favor, un servicio o una obligación, la realidad es que el esfuerzo, si tiene sentido para otros, es más llevadero. Aligeramos así la carga del prójimo.
3 Nosotros sentimos que la vida merece la pena.
Aunque sea por los pequeños detalles que nos regala, por eso que nos ha ido bien, por la atención con la que nos han cuidado, porque lo que recibimos es bueno.
4 Nos damos cuenta de que somos afortunados.
Repetir las gracias con cada pequeño detalle que recibimos nos permite sentirnos agradecidos, dichosos, afortunados, y eso nos ayuda a ser más felices.
5 Fijamos la atención en las cosas positivas.
Cuando somos agradecidos con los pequeños detalles, las contrariedades sobrevenidas nos parecen nimiedades porque representan una parte pequeña del día.
6 Generamos el círculo virtuoso de la amabilidad.
La amabilidad invita a la amabilidad y la gratitud a la gratitud. Si nosotros somos amables, es más probable que nuestra forma de ser contagie a quienes lo reciben.
7 Elevamos la autoestima de los demás.
Porque, aunque lo que agradecemos no sea un favor, sino una obligación o una relación comercial, nosotros nos fijamos en el esfuerzo generoso que hacen.
8 Damos buen ejemplo con los pequeños detalles.
Dar las gracias no es innato, se aprende. Con mucha repetición y toneladas de buen ejemplo. Si lo ven en casa, lo interiorizan y lo utilizan con más facilidad.
Recomendación literaria

Educar en la gratitud. Cómo enseñar a apreciar lo positivo de la vida
Jeffrey J. Froh, Giacomo Bono
Este libro presenta la gratitud como el rasgo determinante a inculcar en la personalidad de niños y jóvenes para que tengan éxito en todos los aspectos de su vida.
Si se vendiera algún nuevo medicamento para que los hijos se comportaran mejor, sacaran mejores notas y fueran más felices, muchos padres harían lo posible para adquirirlo. Aunque parezca sorprendente, existe un producto así. No se consigue en las farmacias, y está a disposición de cualquiera. Esta medicina milagro es la gratitud.
A lo largo de los últimos años, diversos estudios científicos han demostrado que la gratitud es una de las emociones y virtudes más valiosas e importantes. Los autores, especialistas en este campo, ponen a disposición de padres y educadores unas estrategias eficaces que pueden utilizarse a diario, ejemplificadas con numerosas historias reales, para que los hijos aprecien lo positivo de la vida.
Como muestran sus investigaciones, los chicos y chicas educados en la gratitud tienen una mayor autodisciplina y consiguen establecer relaciones sociales más plenas y efectivas. Con la lectura de este libro, padres y profesores serán capaces de conectar mejor con ellos para que puedan centrarse en las cosas que importan de verdad y, por consiguiente, puedan crear una sociedad más cooperativa y próspera.
«De las virtudes claves para tener éxito en la vida satisfactoria, la que con más frecuencia se olvida en el mundo de la educación es la gratitud. Los autores nos han proporcionado una valiosa guía llena de convincentes ejemplos y basada en las investigaciones más novedosas». WILLIAM DAMON, profesor de educación en la Universidad de Standford; director del Centro sobre Adolescencia de Standford.
¿Cómo puedo hacer que mis hijos sean más agradecidos? Froh y Bono, pioneros en este campo, nos señalan los principios y las estrategias prácticas que pueden usar tanto los padres, como los profesores y los propios chicos y chicas. Mi esperanza es que este libro ayude al nacimiento de la «Generación G»: jóvenes que se den cuenta del poder transformador de la gratitud». ROBERT A. EMMONS, editor jefe de The Journal of Positive Psychology.
María Solano Altaba
Directora Hacer Familia
Profesora Universidad CEU San Pablo