Publicado 06/03/2012 02:53

¡Esto no es una pensión!

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La crisis económica ha hecho que el número de jóvenes viven con sus padres aumente hasta casi alcanzar el 60% . Pero una cosa es que el hijo no pueda emanciparse porque su situación económica no lo permita y otra, que quiera seguir viviendo a costa de sus padres.

Decir que cada vez los jóvenes se independizan más tarde no es algo nuevo. Hoy en día, además, se enfrentan a altas tasas de paro, trabajos inestables con sueldos bajos, y por si fuera poco, a altos costes en la vivienda, por lo que son muchos los que alargan su estancia en el hogar paterno para poder ir ahorrando algo de dinero o hasta que su situación económica se asiente. En principio, la convivencia no tiene por qué ser problemática, pero a veces sucede que algunos jóvenes quieren vivir como si estuvieran solos, se olvidan de los demás miembros de la familia que conviven con ellos, no maduran ni asumen ninguna responsabilidad propia de su edad o suponen un mal ejemplo para los demás hermanos. Para no llegar a esta situación, es aconsejable que padres e hijos hablen tranquilamente sobre el estilo de vida dentro del hogar y las progresivas responsabilidades y áreas de independencia que el joven debe asumir.

Normas de convivencia

Los padres tenemos que asumir que ya no hay un adolescente en casa y que no debemos intentar controlar sus actividades. Del mismo modo, el joven tiene que entender que no puede hacer lo que le viene en gana y que deberá respetar las normas de convivencia presentes en el hogar.

Cada hogar es libre de establecer las normas que crea conveniente, pero siempre pensando en que el hijo necesita su parcela de independencia y libertad de movimientos. Los padres nos ganamos a pulso una paz merecida en esta edad madura y el hijo debe ser consciente de que no vive en una pensión. Si se queda en casa tendrá que asumir el estilo de vida que reine en ese hogar. Además, no olvidemos que en caso de que tengamos más hijos menores, el ejemplo del comportamiento del joven tendrá una influencia enorme sobre ellos, y de eso también tiene que ser consciente el hijo mayor.

Tiempo libre

Es evidente que el joven ya no es un niño ni tiene que andar pidiendo permiso constantemente a sus padres para poder realizar algunas actividades. Pero aunque sea mayor, es bueno que el hijo comente los planes de salida o viajes que tiene previsto con nosotros, no tanto para obtener nuestro consentimiento, sino por la delicadeza de informarnos y que también nos podamos organizar. Nuestro ejemplo puede ser esencial: cuando uno de los progenitores o los dos se van a realizar cualquier viaje o incluso un recado corto, se lo comunican a los hijos, para que ellos sepan en todo momento dónde pueden encontrarles. De esta manera, los hijos tienen que entender que es necesario que ellos también estén localizables, y que no les estamos pidiendo nada que no hagamos nosotros, los padres.

El hijo emancipado

¿Y si nuestro hijo decide emanciparse? ¿Todavía debemos seguir desarrollando algunas responsabilidades como padres? En primer lugar tenemos que considerar que la decisión de irse es suya y por lo tanto, no podemos interferir. Lo mejor es adoptar una postura de apoyo y darle buenos consejos. Puede que tengamos miedo a que no le vaya bien, pero ya es una persona adulta, y debe desenvolverse como tal. Y por supuesto, que asuma todas las consecuencias de su emancipación, es decir, que si él puede hacerlo, los padres no tenemos por qué pagarle a medias el piso o sus necesidades, ni hacerle la comida o lavarle la ropa. Aunque por supuesto, el joven debe tener muy presente que siempre tendrá un sitio en la mesa para cuando quiera venir a visitarnos y que le echaremos una mano en la medida de nuestras posibilidades si le surgen imponderables que no le permitan pagar su manutención (por ejemplo, si tiene que trasladarse de ciudad por motivos de trabajo y no gana suficiente como para pagar sus necesidades).

Para pensar

- En cuestiones de dinero, es importante sentarse a hablar desde el principio.

- Hay que animar al hijo a que mientras esté en casa, medite sobre su situación y haga lo posible para independizarse en un futuro.

- Los problemas de los hijos jóvenes emancipados económicamente pero que viven en casa tienen que resolverlos ellos, no los padres. Ellos le podrán aconsejar, pero hay que dejar que sea el joven el que salga del atolladero por sus medios.

- Es bueno hacerles ver que respetamos su independencia, pero que seguiremos contando con ellos.

- No tenemos que olvidarnos de comentar con los hermanos pequeños que la situación del hermano mayor es diferente y que a cada hijo les exigimos de forma diferente y acorde con la edad que tienen.