Actualizado 30/05/2017 12:51

La rana sorda

Anda por Internet una fábula que podemos aplicar a muchas circunstancias de nuestra vida.

Un grupo de ranas iba de viaje por el bosque cuando dos de ellas cayeron en un profundo pozo, de donde era casi imposible salir.

Las dos ranas comenzaron a dar saltos, pero todo su esfuerzo era en vano. Las que habían quedado en la superficie les gritaban desde arriba que no se esforzaran más, que todo su empeño resultaba inútil y que se resignaran a morir. Una de ellas les hizo caso, dejó de saltar, se desplomó y murió.

La otra, en cambio, seguía dando saltos cada vez más altos, mientras las de arriba le gritaban más fuerte con grandes aspavientos para que dejara de hacerlo. No obstante, la rana siguió saltando y saltando hasta que logró salir del agujero.

Cuando recobró el aliento, agradeció a las otras ranas por haberle estado animando sin descanso desde arriba, ya que gracias a su apoyo pudo superarse a sí misma y alcanzar la meta. Sus compañeras quedaron sorprendidas por sus palabras, pero lo entendieron cuando se dieron cuenta de que la rana era sorda.

Muchas veces nos ocurre lo que al pobre batracio: la gente que nos rodea, lejos de animarnos a conseguir nuestras metas, con buena fe o no tan buena, nos desalienta, nos grita para avisarnos de que es imposible, que es demasiado para nosotros, que nos conformemos con lo que hay, que nos resignemos a lo que todo el mundo hace y a lo que todo el mundo piensa.

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