¿Optimistas?
Por supuesto.
No es que seamos ingenuos, es que casi siempre todo sale bien y las pocas veces que sale mal, casi nunca es tan grave.
Si queremos construir hogares alegres, necesitamos contagiar alegría. Y si contagiamos alegría, tenemos asegurados hijos felices.
1. Por increíble que parezca, casi todo sale bien.
Si echamos la vista atrás, aunque en la familia haya habido días duros, la mayoría de las cosas nos han ido genial. Y lo más probable es que siga siendo así.
2. Es mejor no pensar mucho en los cisnes negros.
Los cisnes negros son una metáfora de las posibilidades estadísticas caso fortuitas que a veces nos quitan el sueño. Pero es muy poco probable que nos toquen.
3. Ya hemos resuelto muchos problemas antes de este.
Y los hemos resuelto con soltura, así que nada nos impide enfrentarnos con buen ánimo al reto que se nos presenta hoy porque ya sabemos que somos capaces.
4. Lo que no tiene solución, no merece mucho tiempo.
Hay veces que no hay más remedio que tragarse lo que nos toca porque no hay solución. Pero si no hay solución, mejor no nos obsesionamos con ello.
5. En nuestra familia, entre todos, se puede todo.
Todo es todo, porque se puede lo que se puede y se sobrelleva lo que no se puede, porque nadie se siente solo y se comparte lo bueno y lo menos bueno.
6. Nosotros sí tenemos esperanza, a raudales.
La sociedad actual es incapaz de mirar el mundo con trascendencia. Por eso se ahogan en los problemas. Nosotros elevamos la vista al cielo y ya no estamos solos.