El amor hay que regarlo, mucho, cada día, no sólo para que no se marchite, sino para que, además, crezca.
Y una buena forma de empezar es recordar las razones de ese amor, para que las pequeñas contrariedades de cada día y esos naturales roces, sean sólo una anécdota entre todo lo mucho y bueno que compartimos.
1. Recordamos todo lo bueno porque es poco lo regular
Como nos pasamos la vida juzgando y corrigiendo, a veces se nos olvida recordar todo lo bueno que tienen las personas que nos rodean. Dedícale hoy un ratito.
2. Hablamos bien de ellos, en especial en público
Para que sepan cuánto los queremos y cómo valoramos todo lo que hacen. Así sentirán que, aunque a veces nos enfademos por alguna cosa, lo positivo es enorme.
3. Nos reservamos un ratito para cada uno, solos
Un reto difícil pero no imposible. Con agenda en mano si hace falta. No se trata de sacar mucho tiempo ni de un plan perfecto, sólo un ratito lleno de cariño.
4. Si comentamos algo regular es porque los queremos
Nunca desde el enfado o la ira, sino siempre para construir, para hacerlos mejores, sin herir y con ese don nuestro de llenarlos de ánimo para levantarse.
5. Ensalzamos lo bueno y les damos las gracias siempre
Aunque a veces nos resulte un poco cansino o cursi. Es la manera que tenemos de demostrarles que sabemos que son estupendos y que se esfuerzan cada día más.
6. Cuando estamos juntos, se nota que estamos felices.
En los gestos, en las palabas, en la alegría compartida, en la sintonía que tenemos, en cómo nos preocupa lo que les preocupa y nos interesa lo que les interesa.