A veces todo es fácil y, sin que hagamos nada, los hermanos se llevan genial. Pero otras veces, chocan constantemente.
No hay que desesperar. Lo importante es sembrar la paz en el hogar, que haya calma, que aprendan a ser amables y a tratarse bien.
No podemos pretender que sean mejores amigos, pero sí que se lleven bien y generen un buen ambiente en casa.
- Que se lleven bien, no que sean mejores amigos.
A veces, los hermanos se llevan tan bien que son como mejores amigos. Si no lo son porque tienen distinta edad o carácter, no lo fuerces. Sólo queremos que se lleven bien.
2. Nunca los compares ni los pongas como ejemplo.
Para que no se tengan manía entre sí ni sientan que la vida es un combate para agradar a los padres. Cada uno es como es, amado con sus virtudes y también con sus defectos.
3. Ensalza en público lo bueno que tiene cada uno.
Así sentirán que son importantes, valorados y queridos y los demás hermanos se darán cuenta de todas esas virtudes y aprenderán a descubrirlas.
4. Fomenta situaciones que generen buenos recuerdos.
No hace falta que sea nada especial, basta una cena en familia en la que todos nos reímos con cualquier historia. Lo importante es disfrutar juntos.
5. Enséñales a tener pequeños detalles con los demás.
Como preguntar qué yogur quiere cada uno o servir agua a los demás antes de rellenar nuestro vaso. Eso hará que se “descentren” y se fijen más en los demás.
6. Evita entrar en sus peleas para no tomar partido.
Salvo si es imprescindible, deja que ellos aprendan a gestionar sus diferencias y sus emociones. Recuérdales que el diálogo resuelve casi todos los problemas.
7. Sé tú el mejor ejemplo: construye un hogar alegre.
Es complicado, pero se puede. Contamos hasta tres, diez o cien antes de perder la calma; corregimos sin gritar; nos fijamos en lo bueno y los animamos a ser aún mejores.
María Solano-Altaba
Directora de Hacer Familia
Prof. Universidad CEU San Pablo