El efecto de las pantallas en el cerebro de los niños
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Existe una zona en nuestro cerebro, la corteza prefrontal, que es la que se encarga de la atención, de la concentración, de la voluntad y del control de los impulsos. Es lo que nos distingue de los animales, nuestra capacidad superior, y se encuentra en la parte delantera del cerebro.

Nuestro deseo como padres es que nuestros hijos tengan esa zona del cerebro muy desarrollada, para que controlen sus impulsos, se porten bien, no peguen, no coman sin control, estén sentados en la salita de espera del médico sin moverse por todas partes... Eso, depende de la corteza prefrontal.

Cuando un bebé nace, tiene todo el cerebro liso, está inmaduro. Y, a medida que van pasando los meses, que van pasando los años, empiezan las circunvoluciones, y empieza a madurar el cerebro.

¿Qué capta la atención de un bebé? Tres cosas: luz, sonido y movimiento. Un bebé cuando nace, no tiene capacidad de prestar atención a nada, a no ser que de repente oiga un sonido o vea una luz. Estos estímulos consiguen captar su atención.

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¿Qué pasa si introducimos la pantalla en la vida de un niño?

¿Qué es la pantalla? Luz, sonido y movimiento. ¿Qué producen las pantallas en el cerebro? Que se frene en seco el desarrollo en esa zona del cerebro. Se produce una inmadurez y no se desarrolla esa parte del cerebro del niño.

Por lo tanto, hoy tenemos niños de diez años con una corteza prefrontal inmadura, y en consecuencia tenemos un 10% de niños medicados por problemas de atención e impulsividad en España y en el primer mundo, cuando los datos en psiquiatría son que el TDAH afecta a entre un 3% y un 4% de la población infantil.

Estamos hablando que más del doble del estimado de niños con este problema está medicado porque su corteza prefrontal no se ha desarrollado de forma adecuada. La corteza prefrontal recibe estímulos y solo consigue calmarse cuando tiene una pantalla delante.

Cómo funciona la adicción a las pantallas

Otro de los problemas que va surgiendo según avanza la edad, sobre todo entre los diez, doce, catorce años, es que como consecuencia del consumo de lo audiovisual llegan las redes sociales. Entendamos un poco cómo funciona el cerebro ante esto: cuando una persona consume cocaína, heroína, alcohol, pornografía, tiene relaciones sexuales, come chocolate, se va de compras... siente placer, porque todo ello, genera placer. Ese placer está regulado, principalmente, por la hormona de la dopamina que tiene un alto poder placentero, pero un alto poder adictivo. ¿Qué hace la dopamina? Pensemos en alguna adicción, uno piensa que quiere alguna droga, entonces el cerebro se activa, empieza a generar dopamina, tiene pico en el momento de consumo y luego tiene un gran bajón, el síndrome de abstinencia. ¿Qué sucede? Que el cerebro va pidiendo más y allí empiezan las adicciones.

¿Qué descubrieron, en Silicon Valley, los programadores cuando crearon las primeras redes sociales? Que cada Like, que cada vídeo, eran microchispazos de dopamina. Y entonces se dieron cuenta que iban a captar la atención de la gente y crearon programas, aplicaciones, que lo que hacen es generar adictos a la pantalla.

Y esto está pensado, no es una casualidad. Se gastan millones cada año para preguntar a los científicos cómo conseguir captar la atención. Lo que mueve el mundo ya no es el petróleo, no es ni siquiera el dinero, es la atención. Quien tiene más tiempo a una persona en su aplicación, en su web, en su red... esa persona triunfa y esa persona gana dinero.

Por lo tanto, los negocios hoy en día están enfocados en captar la atención ya sea a través de la pornografía, a través de las redes sociales o de las imágenes. Nadie es capaz de meterse en una red social, por ejemplo en Instagram, para mirar una cosa de 10 segundos, porque todo está fabricado para que nosotros nos enganchemos. ¿Qué sucede? Que como todo eso genera una satisfacción superficial muy potente, es muy difícil desconectar de eso.

Las redes sociales, el refugio de los jóvenes

La adolescencia es un momento de cambio, donde todo el mundo se plantea su vida y dice "quién soy yo" y "qué será de mí", y "me siento solo", "mi cuerpo está cambiando"... El cerebro busca una vía de escape, y esto siempre ha sucedido y a todos nos ha pasado, en algunos es el alcohol, en otros la lectura y en otros el deporte, pero el cerebro deja eso guardado. Por lo tanto, cada vez que mi cuerpo, mi mente, mi comportamiento sienta un bajón, como eso está registrado, tu memoria te lo recordará.

Por eso, hoy en día los jóvenes se aíslan en esos momentos de bajón en las redes sociales. Cuando algo no les funciona, su cerebro acude a todo tiene que ver con la pantalla. Los jóvenes conectan mejor con una pantalla y expresan mejor sus emociones con un emoticono que con una persona en el tú a tú. Prueba de ello es que estamos tratando la adicción a las redes con la misma medicación que la adicción a la cocaína porque va por el mismo circuito, solo que las dosis son diferentes.

Marián Rojas-Estapé. Psiquiatra y autora del libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas

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