El
confinamiento nos sumergió en una época para la que nadie estaba preparado. Y es que varios meses
encerrados en casa, y una desescalada paulatina, cambiaron, irremediablemente, nuestras rutinas. Y no solo hay que hablar de salir a la calle a jugar o de poder ver a los amigos para ir al
cine, así como ir a casa de los abuelos. Tanto tiempo en el hogar hizo que hasta los hábitos alimenticios se alterasen.