Nadie se siente bien consigo mismo después de levantar la voz. Entonces, ¿por qué gritamos a nuestros hijos? Quizás sea porque en ese momento somos incapaces de encontrar otra manera de resolver la situación. En general, la carga mental que soportamos como padres y trabajadores nos genera un estrés que desemboca en reacciones difíciles de controlar.