En el vertiginoso mundo de la educación, donde los estándares académicos y las evaluaciones constantes pueden parecer ser el epicentro de la experiencia educativa, es crucial recordar que los estudiantes son mucho más que su capacidad para memorizar datos o resolver
problemas matemáticos. En el núcleo de cada aula se encuentra un grupo diverso de individuos con sus propias vidas, experiencias y emociones. Por lo tanto,
trabajar el bienestar emocional de los alumnos en las aulas no solo es importante, sino que
es esencial para su desarrollo integral y su éxito a largo plazo.